El proyecto consiste en crear cápsulas biodegradables con forma de huevo fabricadas con almidón y que contengan las cenizas del difunto o incluso el cuerpo entero, restos que servirán para nutrir semillas de árboles que se plantarán encima.
La idea de crear así “bosques de memoria” es de los empresarios Anna Citelli y Raoul Bretzel, que además proponen que las semillas sean elegidas en vida por los usuarios futuros a modo de “última voluntad”, explicó a Efe Bretzel. Al proyecto le han bautizado “Cápsula Mundi” y prevé crear “cementerios verdes para que (los camposantos) dejen de estar llenos de lápidas y se conviertan en bosques sagrados a los que acudan familiares y amigos”, sostuvo Bretzel.
Los empresarios han ideado dos tipos de cápsulas biodegradables, ambas fabricadas a partir de almidón procedente de maíz y patatas. En las próximas semanas saldrá al mercado un modelo de reducidas dimensiones para contener cenizas humanas aunque aún no se ha establecido su precio por unidad, reveló Bretzel. Habrá también un segundo modelo de mayores dimensiones para poder contener un cuerpo humano colocado en posición fetal, una propuesta que aún está en fase de desarrollo por motivos “técnicos, biológicos y legales”, afirmaron los empresarios.
En ambos tipos, las cápsulas o huevos desempeñan la misma función que el ataúd, ya que el cuerpo será enterrado, con la particularidad de que no será en un féretro de madera sino un contenedor biodegradable. Se trata de “una especie de reciclaje orgánico para fundir al ser querido con la naturaleza de una manera viable y hermosa, para hacer un monumento póstumo al perder a alguien amado”, defendió Bretzel.
El empresario también consideró “poético y reconfortante” que las personas puedan visitar el árbol alimentado con los restos de sus seres queridos, cuidar de él o descansar a su sombra. En lugar de acudir al cementerio a limpiar una lápida, con este tipo de enterramiento “puedes dedicar tiempo a que el árbol crezca fuerte y sano, sabes que una parte de tu ser amado está ahí”, comentó Bretzel.
“El árbol representa la unión entre la tierra y el cielo. Para hacer un ataúd que se utiliza durante tres días se ha cortado un árbol que ha necesitado de 10 a 40 años para crecer”, recordó además sobre los féretros. También explicó que la tipología de semilla que se plantará sobre la cápsula no sólo dependerá de la voluntad de la persona, sino también del clima de la región donde se efectúe el enterramiento, de acuerdo con tres zonas de referencia. Para zonas montañosas se prevén enebros y abetos, para zonas mediterráneas olivos y eucaliptos y en zonas de clima similar al Atlántico olmos, castaños y endrinos.
El tipo de entierro que promueven estos empresarios actualmente está prohibido por la legislación italiana, que establece que los cementerios deben estar situados en una zona controlada y cerrada, pero Bretzel y Citelli están recogiendo firmas para que se modifique una ley que consideran “anticuada”.
Aseguran que están recibiendo “numerosas” peticiones de información procedentes de Estados Unidos, Reino Unido y Australia, países que sí permiten ese tipo de enterramientos y donde pretenden comercializar las primeras cápsulas para cenizas. “En Italia está prohibido el uso de ataúdes biodegradables, pero no nos consta que esté prohibida su comercialización”, explicó, no obstante, Bretzel.
El empresario asegura que además con este proyecto sus impulsores quieren contribuir a dar una alternativa que permite evitar la saturación de los cementerios tradicionales y demostrar que el diseño puede aportar soluciones innovadoras en el ámbito del tratamiento de la muerte.