LOS ANGELES. Inicialmente lanzada en Suecia en octubre, la exposición estará en Los Ángeles durante dos meses.
“Si podemos cambiar lo que la gente piensa que es repugnante, quizás también podemos prepararlos para que acepten nuevas formas de proteína sustentables”, dijo a la AFP el fundador de la exposición, Samuel West, presentando un plato de orugas de mariposa, una fuente importante de proteínas para millones de sudafricanos.
Graduado en psicología, West mantiene la cautela: junto al boleto del museo, el visitante recibe una bolsa de vómitos.
Algunas especialidades gastronómicas son simplemente repugnantes debido a su aroma, como un queso francés o una receta sueca, el surstromming, cuyo olor, considerado uno de los más fuertes del mundo, justifica que generalmente se consuma al aire libre. Dicho plato está elaborado con arenque crudo del Báltico, fermentado durante al menos seis meses, y se dice que un propietario alemán expulsó a su inquilino en 1981 por abrir una caja en la escalera.
Otros platos provocan una cierta repulsión por su modo de preparación como, por ejemplo, el vino de ratón chino que se obtiene al ahogar ratones pequeños en alcohol de arroz y permitirles macerar durante mucho tiempo.
En los platos del museo también hay animales vivos, como el “casu marzu”, un queso de oveja hecho en Cerdeña que está lleno de gusanos, lo que le da su característica textura cremosa.
Aún más sorprendentes son los “huevos de niño pequeño”, una comida tradicional del este de China que consiste en huevos de gallina hervidos en la orina de niños prepúberes.
Algunos países han tenido dificultades para aceptar la elección de las especialidades que los representan, dijo Andreas Ahrens, curador del museo.
“La Vegemite de Australia está en vías de causar un incidente diplomático”, señaló Ahrens, refiriéndose al paté de color marrón oscuro y salado hecho con extracto de levadura, y los estadounidenses están molestos por la presencia de su “Root Beer” en la exposición, una soda dulce, y de los “Twinkies” , unos pasteles rellenos de crema, grasa y azúcar.
“En cuanto a los peruanos, no están contentos de ver que ponemos al cuy, el conejillo de indias a la parrilla, como plato famoso de su país” , continuó el curador.
“El objetivo es concienciar a la gente de que no tenemos que juzgar los alimentos de otras culturas con demasiada prontitud. Pero no podemos llamarlo ’Museo de Alimentos Sostenibles’ o ’Exposición de Diferencias Culturales’, porque si no, no vendría nadie”, concluye.