Un total de 200 empleados del Louvre decidieron ejercer su derecho a no permanecer en su puesto de trabajo, al tiempo que una delegación de los vigilantes fueron recibidos por la dirección a la que manifestaron “su preocupación por el recrudecimiento de los tirones y de las consecuencias que tienen los carteristas en sus condiciones laborales”, explicó el museo en un comunicado.
La dirección señaló en ese comunicado haber mostrado “su apoyo total” a los vigilantes, e insistió en que “ha avisado desde hace meses a los poderes públicos” que “tiende a agravarse pese a” las medidas que se han puesto en marcha.
Según el relato de los vigilantes, cada vez hay más carteristas y se muestran más agresivos. En muchos casos se trata de menores que, tras ser detenidos por la policía, quedan rápidamente en libertad y vuelven a las andadas en pocos días.
Para hacer frente a este contexto, el Louvre indicó que va a poner en práctica una nueva medida que permitirá a sus agentes prohibir la entrada a los accesos subterráneos del museo a “personas que hayan cometido de forma segura actos delictivos o que hayan violado de manera repetida el reglamento de visita”.
En diciembre pasado, ya había formalizado una denuncia ante la Fiscalía de París, había establecido una cooperación más estrecha con los servicios policiales y se había dirigido a los consulados de los países de donde proceden buena parte de los visitantes de la pinacoteca para que previnieran a sus ciudadanos del riesgo de sufrir tirones y/o la acción de carteristas.
En total, un millar de agentes trabajan en la pinacoteca, de los que la mitad está presente cada día.