El argentino de 59 años ya no es más Sergio sino Sergia, pero en su entorno laboral afirman que habría tomado la decisión sólo para poder jubilarse a los 60 años, en lugar de los 65 años necesarios si fuera varón.
“Estupor, incredulidad y sinrazón porque un compañero de laburo se cambió el DNI (documento de identidad) a sexo femenino cuando es bien sabido que es masculino, cuando es bien masculino y tiene pareja”, escribió bajo anonimato un tuitero desde la provincia norteña de Salta, lo que despertó el interés de los medios.
El caso es conocido en la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) de Salta, donde trabaja esta persona que hizo los trámites para el cambio de identidad en la vecina provincia de Tucumán.
“Su caso es muy conocido, llevó bastante tiempo y generó discusiones, hasta que hace poco se lo autorizaron. Inicialmente se lo negaban pero él se amparó en la Ley de Identidad de Género. Fue un largo proceso administrativo”, explicó el director del Registro Civil de Salta, Matías Assennato, al portal InformateSalta.
Según otro empleado de la AFIP Salta, que habló bajo anonimato con la prensa de la provincia, “toda la vida se la pasó de licencia en licencia para no trabajar”, abonando la sospecha sobre este contador público, que, según dicen, se casó y separó dos veces y está en pareja con una joven.
Assennato estimó que, de ser cierta la intención que se le adjudica, se estaría “ante un claro ejemplo de abuso de derecho, por mal utilizar tanto los beneficios jubilatorios como los de la ley de identidad de género que permite a través de un simple trámite cambiar el nombre y el género”.
La ley de identidad de género, vigente en Argentina desde 2012, establece que cualquier persona puede cambiar su nombre y género a elección, según su autopercepción. La norma no obliga al solicitante a presentar documentación que acredite tratamiento hormonales o quirúrgicos, sino la simple expresión de voluntad.