Los retratos de la National Portrait Gallery de Washington relatan la historia de EE.UU. a través de sus presidentes.
El museo de retratos del Instituto Smithsonian reabre hoy, renovada y bilingüe, la exposición más emblemática de sus casi 50 años de historia: “America's presidents”, decenas de pinturas y fotografías de los hombres que han guiado al país desde su nacimiento en 1776.
“Los estadounidenses leen su historia a través de sus presidentes. Nosotros ofrecemos ese relato tanto al que busca profundizar como al que quiere una visión general”, explica a Efe Kate C. Lemay, historiadora del museo.
La National Portrait Gallery ha querido hacer más accesible esa lección de historia transformando su muestra estrella en una exposición completamente bilingüe en ingles y español. Con esa vocación pedagógica, ha dividido el viaje en seis estaciones: “Forjando la presidencia”, “Democracia y expansión”, “La crisis de la Unión”, “La reforma social”, “Negociando la paz mundial” y “la Presidencia contemporánea”.
En la última etapa están cuatro de los últimos cinco presidentes: George H.W. Bush (1989-1993), Bill Clinton (1993-2001), George W. Bush (2001-2009) y Barack Obama (2009-2017). El mandatario actual, Donald Trump, no será retratado para la exposición hasta que termine su mandato, como marca la tradición del museo.
Al final de cada presidencia, la galería encarga, en colaboración con la Casa Blanca, una pintura oficial del presidente y una de la primera dama, aunque solo se exhiben en la muestra las de los mandatarios. Antes de Bush padre, el museo adquiría retratos ya hechos pero siempre con unos requisitos estrictos. “El presidente tiene que haber posado para ellos y deben ser obras de arte significativas”, subraya Lemay.
Algunos mandatarios no llegaron a ver el suyo, como Abraham Lincoln (1861-1865), asesinado el 14 de abril de 1865 por un actor en el Ford's Theatre de Washington, o John F. Kennedy (1961-1963), matado a tiros el 22 de noviembre de 1963 por un exmarine durante un desfile presidencial en Dallas (Texas).
El retrato de JFK, para el que posó en Florida en 1962, es este año uno de los íconos del museo, reproducido en imanes y otros objetos, con motivo del centenario de su nacimiento. De colores vivos, irradiando aquella energía del joven líder, el cuadro destaca entre el carácter sobrio y monocromático de buena parte de la muestra.
“Es, sin duda, uno de los retratos con más éxito entre el público, porque JFK no solo fue presidente sino todo un auténtico ícono de la cultura popular”, comenta Lemay.
La filosofía del museo siempre ha sido ser respetuoso con la Presidencia pero también “objetivo”, por eso no se ocultan los episodios más bochornosos, como los escarceos amorosos de Bill Clinton con la entonces becaria de la Casa Blanca Monica Lewinsky.
La descripción del retrato del presidente número 42 recuerda ese episodio y, hasta hace pocos años, la pintura exhibida en la galería tenía un guiño del artista a esa polémica: la sombra del vestido azul de Lewinsky sobre la chimenea del Despacho Oval.
“Es la sombra de un vestido azul que tenía colgado en un maniquí cuando (Bill Clinton) no estaba en la sala. Y una metáfora que representa una sombra sobre su administración, y sobre él”, reveló en 2015 el autor del cuadro, Nelson Shanks, nueve años después de la instalación de la obra en el museo. El vestido azul de Lewinsky, manchado con semen del entonces presidente según confirmó el FBI, fue una de las pruebas del escándalo sexual que pudo costarle el cargo a Bill Clinton.
Los Clinton “odiaban” el cuadro, aseguró el autor, aunque el museo siempre ha mantenido que nunca pidieron su retirada y que se sustituyó por otro varios años después porque la política de la exposición es ir rotando algunas obras cada cierto tiempo para mantenerla “fresca".
Con esa premisa, el museo emprendió hace 18 meses una renovación que hace hoy la muestra más didáctica y luminosa. El año que viene, en su 50º aniversario, la galería instalará el retrato oficial de Barack Obama, ahora representado temporalmente por dos impresiones fotomecánicas: una sonriendo y otra serio.
Cuando Trump llegó a la Casa Blanca, el museo tuvo que retirar un retrato suyo que se exhibía en una muestra permanente de personajes del siglo XX: una fotografía del empresario lanzando una manzana al aire con el gesto confiado que le caracteriza.