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Pero si en cambio debe ser llevado con una correa hay que tener en cuenta algunas consideraciones, explica Astrid Behr, de la Federación Alemana de Veterinarios.
“Los perros con correa a menudo tienden a correr hacia el costado y alejan el cuerpo de la bicicleta. Esto ejerce presión en las articulaciones, que a la larga pueden dañarse”, agrega la experta.
Es mejor dejar que el perro corra libremente o que la correa esté atada a un soporte de acero. De esta manera el animal corre en línea recta y de forma paralela a la bicicleta, mientras que el ciclista puede mantener sus manos fácilmente sobre el manubrio.
“Esto lógicamente hay que entrenarlo, tanto el ciclista como el perro”, señala Behr. En ningún caso, los dueños deben usar una correa flexible o tirar al perro del cuello.
La entrenadora de perros Stephanie Schörling recomienda un arnés bien ajustado que no roce. “El perro debe trotar lo más libremente posible, no ir al galope. El ciclista debe adaptarse a la velocidad del perro”, sostiene.
La Asociación Alemana de Bienestar Animal aconseja salir a pasear en bicicleta solo con mascotas sanas y de ningún modo sobrecargar al animal.
“El perro correrá rápido, aunque esté muy cansado, porque no quiere perder a su jauría”, señala la portavoz de la asociación Anna Knorpp.
Especialmente en verano, realizar un paseo al calor del mediodía no es aconsejable. “Los perros solo pueden compensar su temperatura jadeando o a través de sus patas. Un viento, que puede dar alivio a su amo, no cambia en absoluto la situación para el cuatro patas”, agrega la especialista.
“Es como si uno anduviera en bicicleta con un abrigo de piel y sin viento que refresca”, dice Knorpp. Especialmente en los recorridos más largos es necesario que el perro tome suficiente agua, agrega.
Para perros de respiración corta, como el pug o el bulldog francés, este tipo de salidas no son para nada entretenidas. “Ellos van mejor en una canasta colocada en el manillar”, asegura la entrenadora de perros Schörling. En tanto, las razas ligeras y medianas como el setter, border collie o los galgos son buenos compañeros de bicicleteadas.
A partir de los 18 meses, un perro tiene la edad suficiente para desplazarse junto a su dueño en bicicleta, ya que los huesos y las articulaciones están suficientemente desarrollados.
“Es mejor acostumbrar al perro de cachorro a pasear junto a una bicicleta”, apunta Schörling. Es importante que la mascota permanezca relajada, incluso cuando suena el timbre.
Para comenzar con el entrenamiento conviene que primero se empuje el rodado al lado del perro. Si el perro camina a la par hay que elogiarlo. Es mejor entrenarlo del lado derecho. Con el tiempo, se puede comenzar pedaleando unos metros y ver si el perro se queda junto a la bicicleta. Y así ir ganando terreno poco a poco.
“El solo hecho de correr al lado de la bicicleta no basta para satisfacer plenamente las necesidades del animal”, manifiesta el psicólogo de perros Thomas Riepe.
Tendría que poder oler y explorar el área en paz. Y solo para que el perro se mueva, el ciclismo de a dos no es adecuado. Por lo tanto, es necesario hacer suficentes pausas en las que el perro puede olfatear su entorno.
Si se trata de un perro obediente, es mucho mejor pedalear despacio y dejar que el animal haga lo que quiera. “Pero hay que pedalear realmente despacio, de lo contrario, el perro correrá para no quedar rezagado”, advierte Riepe. Una vez que se forma el equipo, la diversión está asegurada.
Con una ruta bien planificada y lejos de calles muy transitadas, nada puede salir mal. Por cierto, es más agradable para el can caminar sobre terreno natural que sobre asfalto, agrega el experto.
En caso de que estos paseos se hagan al anochecer, no solo la bicicleta debe tener una buena iluminación. También debe reflejar el collar, arnés o la correa del perro.