Aunque en su mayoría los canes participantes provienen de los 50 estados del país y la vecina Canadá, también se han aventurado a participar ejemplares de otros países, como Rusia, México, Perú, Brasil, Guatemala, Costa Rica, Puerto Rico, España, Japón, Corea del Sur y Tailandia.
Perros considerados de raza deportiva como los pointers, los setters o los spaniels; de caza como el sabueso inglés foxhound o el podenco ibicenco; de trabajo como el boxer, el gran danés, el samoyedo o el san bernardo tienen que demostrar sus habilidades sobre la pasarela para imponerse en la competición. Junto a ellos, también hay hueco en la competición para los perros miniatura, como los chihuahua y los pequineses; las razas “no deportivas” como los dálmatas o el bulldog francés, y los perros pastores, como el pastor alemán, el collie o el perro de agua español.
Los terrier, con 310 especímenes, tienen su propia categoría entre una treintena de variedades, desde los fox, hasta los bull o los welsh terrier. Un posado estático bajo la atenta mirada del juez, que toca el lomo y las patas de los podencos para constatar sus rasgos distintivos, además de varios trotes por el ring, son necesarios para que los especialistas determinen cuál es el concursante que mejor concuerda con los cánones de belleza canina de su categoría.
Aunque la competición que más aplausos arranca del público es la de agilidad, donde los concursantes suben y bajan pasarelas, atraviesan túneles, saltan vallas, corren esquivando pivotes y se deben quedar completamente estáticos tras auparse a una mesa siguiendo las órdenes de sus dueños. La velocidad y el menor número de errores definen en esta competición cuál es perro merecedor del título de más ágil.
El Club Westminster Kennel, creado en 1877, es considerado como la organización estadounidense más antigua dedicada al deporte de los perros de pura raza.