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Un regalo de Navidad para el perro o conversaciones con el poni pueden sorprender a muchos, pero también al propio animal.
"Es positivo que las personas sientan una relación estrecha con su mascota", dice Sophie Arnold, veterinaria y experta en animales de compañía. "Pero a la hora de actuar hay que tener en cuenta al propio animal".
Quien por ejemplo dirija una sarta de insultos a su gato porque por tercera vez se ha llevado un trozo de pescado del plato, estará errando en su objetivo. "Los animales pueden operar poco con el lenguaje, solo sienten el ambiente", explica Arnold. Regañar a los gatos tiene efectos en pocas ocasiones. Es mejor ignorar el comportamiento no deseado y premiar el deseado.
Quien regañe desenfrenadamente a su mascota se arriesga además a perder la confianza del animal. Por ejemplo, cuando el poni, en un momento de descuido nuestro, vuelque el cubo que estamos utilizando para lavarlo en la búsqueda de una golosina. "No entenderá por qué estamos tan enfadados", dice la psicóloga animal Jessica Tram. Es mejor permanecer tranquilo y aclarar la situación mediante señales.
Es difícil también cuando el animal se convierte en un remplazo de la pareja, el hijo o el compañero con el que se comparte vivienda. "Es injusto para el animal", dice Ursula Bauer, de la asociación alemana Acción Animal. La razón son las altas expectativas.
"Si lo que quiero es que tras todo el día de trabajo, mi gato me espere hasta la noche alegrándose por mi vuelta, eso es algo injusto para el animal". Sobre todo, cuando su dueño o su dueña se enfada si ya no tiene más ganas de mimos.
"No puedo hacerme con un animal y esperar que sea como mi pareja", opina también la veterinaria Arnold. Las necesidades de nuestra mascota deberían respetarse. Algunos animales se prestan más a ser observados que a recibir mimos y prefieren mantener cierta distancia.
"Hay gatos a los que no les gusta que los tomen en brazos, por ejemplo", dice la psicóloga animal Carmen Schmohl, que se ha especializado en animales de compañía. Los animales más miedosos necesitan guardar distancia.
También se producen malentendidos cuando el dueño interpreta el comportamiento del animal como si de una persona se tratara. "Espera de él lo mismo que esperaría de una persona", cuenta Schmohl.
"Cuando surge algún problema, lo que piensa la persona en estos casos es que su caballo no está bien, que está enfadado o que ha hecho algo con alguna intención", añade Tramm. Y la verdad es que los caballos no son ni alevosos ni vengativos, sino que actúan por instinto.
También existe lo contrario. "Hay personas que dejan que su caballo haga todo lo que quiera", dice Tramm. Un caballo necesita una guía flexible pero consecuente. Lo mismo ocurre con el tema de la comida.
"Algunas personas a veces confunden el amor por los animales con dejar que el suyo coma todo lo que quiera", indica Schmohl. Y muchas de estas golosinas o comidas, sobre todo las que proceden del propio plato de la persona, no son nada buenas para los animales.
Tampoco hay que exagerar con los cuidados y los accesorios. "Ningún animal elegiría ponerse una chaqueta", dice Bauer. Y hay gente que viste con ellas a sus perros. Esto puede ocasionar malestar a los animales, igual que determinados collares o jerseys para gatos, que además pueden poner en peligro su vida si se enganchan en algún lado.
¿Y un regalo sorpresa por el cumpleaños? "No hay nada malo en ello de partida si es algo apropiado para el animal y si, cuando se trata de comida, no es en cantidades que puedan hacerle daño", dice la experta en caballos Tramm.
Pero lo mejor –indica– es premiar al animal directamente después de que haya hecho algo bueno. "Un animal no entiende un regalo como un regalo", dice Schmohl.