Los gatos también tienen enfermedades de humanos

Con los gatos pasa lo mismo que con las personas. Ahora viven más tiempo porque mejoraron sus condiciones de vida y aparecen enfermedades relacionadas muchas veces con la edad. Unas pueden combatirse con vacunas y otras, tomando precauciones.

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Las enfermedades renales, explica la veterinaria Astrid Behr, se encuentran entre las más graves que afectan a los gatos. "Cuando uno ve los síntomas, por lo general es ya demasiado tarde", indica.

Por eso es conveniente hacer regularmente análisis de sangre. Si la enfermedad se detecta pronto, se puede cambiar la alimentación del gato o darle medicinas. Para los gatos no existe posibilidad de diálisis como en el caso de las personas.

El cáncer es un problema de los animales más mayores, según dice la veterinaria. En el caso de las gatas no esterilizadas hay un riesgo mayor de que desarrollen cáncer de útero o de ovarios.

Si el animal come mucho y aún así sigue adelgazando y además está nervioso, es coveniente revisar la función del tiroides porque ahí puede estar la causa.

Esta enfermedad también afecta más a los animales entrados en años. "Pero con medicamentos se les puede ayudar", indica Behr.

Si el gato se niega a comer, esto puede deberse a problemas en la dentadura. "Muchos dueños no tienen en cuenta la limpieza dental", apunta la veterinaria.

No solo se trata de un problema de mal olor bucal: el sarro está lleno de bacterias y puede provocar inflamaciones y caries bajo las encías, advierte. Y en ese caso, hay que sacarle los dientes al gato.

Además, las bacterias pueden entrar en los órganos a través de la sangre y provocar enfermedades renales, de circulación o del hígado. Los dueños deben por eso limpiar los dientes al gato.

En el caso de los más jóvenes resulta más fácil acostumbrarlo. A los mayores habrá que llevarlos seguramente al veterinario para que sea él quien les haga la limpieza.

Estas enfermedades pueden ser mortales para el gato, aunque existen vacunas contra ellas. Lo recomendable es vacunar al animal cada dos o tres años como máximo. Están más expuestos a ellas los animales que salen de casa.

Esta enfermedad debilita el sistema inmune del animal y lo predispone a infecciones. Al contrario que en el caso del VIH en personas, puede contagiarse a través de la saliva.

Los más expuestos a él son los machos no castrados que salen de casa. Como ocurre con las personas, tampoco en el caso de los gatos hay vacuna contra esta enfermedad. Una de las maneras de proteger al animal es castrándolo.

En torno a la mitad de los gatos están demasiado gordos, dice la veterinaria Behr, que no obstante apunta que los más propensos al sobrepeso son los caseros.

No solo se trata de una cuestión estética: una de sus consecuencias es la diabetes. Para que los gatos que no salen a la calle se mantengan en forma, es recomendable hacer que se muevan escondiéndoles la comida, por ejemplo, o jugando con ellos a cazar.

A los gatos hay que observarlos más que a los perros. "Son unos maestros en esconder el dolor", explica Behr. También Sarah Ross, de la organización protectora de animales alemana Vier Pfoten (cuatro patas), lo advierte.

"El dueño es el que mejor conoce al gato", indica. Si se comporta de manera distinta, hay que llevarlo al veterinario. Además, son recomendables las revisiones anuales.

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