Los gatos salvajes necesitan vivir en libertad

El primer paso hacia la libertad les cuesta. Los cinco gatos salvajes de aproximadamente nueve meses no se atreven a salir de su caja de transporte.

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Pero de pronto, uno de ellos toma coraje y sale. Poco después lo siguen los demás. Los felinos pasarán las próximas semanas en un recinto de transición antes de retornar para siempre a la vida silvestre.

En la reserva, que se encuentra en la localidad alemana de Weilrod, el experto Thomas Götz ha colocado más forraje para que las cinco hembras se sientan más cómodas. Götz es la persona en Alemania que se encarga de albergar a los gatos monteses que quedan huérfanos. Desde hace cinco años los gatos salvajes que son encontrados en el otoño pasan el invierno en el zoológico Kronerber Opel, en Fráncfort, y son reintroducidos a su hábitat natural en la primavera.

"Nunca hemos tenido tantos como este año", señala Götz. Los cinco gatos montés fueron encontrados en diferentes lugares de Alemania. Uno de los gatitos había sido atacado por un perro y estaba herido, y otro estaba solo al costado de la carretera, junto a su madre atropellada. Estos animales no hubiesen sobrevivido sin ayuda humana, explica.

Muchas veces los humanos le dificultan la vida a los gatos salvajes. La gente piensa que son gatos domésticos que han quedado huérfanos y se los llevan a casa. Sin embargo, el gato montés de solo seis u ocho semanas estaba realizando sus primeras salidas en solitario, mientras su madre estaba persiguiendo ratones.

En Alemania, los gatos salvajes son una especie estrictamente protegida, por lo tanto una mantención doméstica representa un delito.

"Alrededor del 95 por ciento de los animales que son recogidos por paseantes no son huérfanos", asegura Jörg Beckmann, curador en el zoológico Opel en Kroneberg. "Lo que les juega en contra es su gran parecido con los gatos domésticos", agrega.

Los gatos salvajes se diferencian de los domésticos por su pelaje atigrado, una cola espesa y una línea que recorre toda su espina dorsal.

A más tardar, después de algunas semanas, los dueños de la mascota se preguntan por qué el gato no quiere ser domesticado y les rasguña las manos y las piernas. Ya desde pequeños son ariscos y se resisten. Por lo tanto, mantenerlos en un ámbito doméstico es muy difícil. Además, tienen pocas defensas contra las infecciones y no sabrían desenvolverse en esos ambientes, sostiene Judith Freund de BUND.

Mantener correctamente a un gato salvaje en cautiverio no es posible, asegura Beckmann. Por eso, el zoológico en Fráncfort recibe a estos animales y los cría hasta que se puedan soltar.

Cada primavera, los gatos salvajes son enviados al recinto de liberación en el bosque de Weilrode, en el estado federado de Turingia. Si bien no se conoce el número exacto de estos felinos, la Organización Alemana para la Protección del Medio Ambiente y la Vida Salvaje (BUND) indica hay entre 5.000 y 7.000 ejemplares.

Según los expertos, en promedio solo sobrevive uno de cuatro cachorros los primeros meses. Los que sobreviven llevan una vida relativamente tranquila ya que no tienen enemigos naturales.

Los cinco gatitos de Weilrode serán liberadas en unas dos semanas. Hasta entonces, se irán a acostumbrando en un recinto de alrededor de diez metros cuadrados a los sonidos y a otras especies que habitan el bosque. Götz les da carne todos los días. Pero tal vez, durante los días de transición pase por allí algún ratón y los gatos podrán ir practicando la caza.

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