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Por lo general, los gatos no muestran cuando se encuentran mal. Libres en la naturaleza, eso sería una señal de debilidad. Por eso lo ocultan.
Pueden ser señales de que algo le ocurre si el gato cambia, por ejemplo, las costumbres relacionadas con la comida o si el animal descuida su cuidado personal.
En cuanto haya la más mínima sospecha, el dueño debe llevar al gato al veterinario, que además es quien puede recetarle lo que necesite para el dolor.