Huevos propios para desayunar: cómo tener gallinas en el jardín

Si el huevo que tomamos para desayunar procede de gallinas propias, sabe mucho mejor. Eso es al menos lo que dicen muchas personas que han decidido tener un gallinero en casa.

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"Una alimentación equilibrada y natural y tener a las gallinas en buenas condiciones hace que los huevos no tengan ni punto de comparación con los que compramos en el supermercado", asegura el alemán Michael Lüttwitz, criador de aves y autor de una guía de consejos.

Según dice, muchas personas siguen aún viendo a las gallinas como mercancía, cuando lo cierto es que son animales adorables. Tener gallinas en el propio jardín, ya sea por los ricos huevos o por el disfrute de los animales, es algo que es posible sin muchas complicaciones.

El número de gallinas a tener el jardín depende del espacio y del presupuesto que tengamos. "Básicamente hay que tener al menos dos, pero lo más recomendable es tener un grupo con un gallo y entre tres y seis gallinas", indica.

En caso de que los vecinos vayan a quejarse por el canto y los cacareos, se puede prescindir del gallo. "Que no haya uno no influye en la puesta de las gallinas", explica. Otra opción es intentar integrar a los vecinos en el cuidado de nuestro gallinero, por ejemplo, dejando que sus hijos vengan a recoger huevos.

Es aconsejable en cualquier caso hablar con ellos antes de instalar nuestro corral.

Gallos hay muchos: los hay de diferentes colores y tamaños, y lo mismo ocurre con los huevos. Hay unas 250 razas de gallinas. "Las gallinas araucanas ponen huevos verdes. Aunque los más apreciados son los de la raza marans, que son de color chocolate", cuenta Lüttwitz.

"Los niños lo pasan muy bien cuando las gallinas comen de su mano y se dejan acariciar e incluso, en ocasiones, acuden cuando se las llama", apunta.

La disposición del gallinero es importante. Debe contar con perchas en alto para que puedan posarse, una caja para polvo y ponederos, así como comederos y bebederos. Además, deben poder estar durante al menos 12 horas bajo la claridad. Si esto no es así, su capacidad ponedora sufrirá. En invierno se recomienda por ello luz artificial.

"Hay que construir el gallinero de tal forma que no entre aire de fuera. El frío seco no daña a los animales, pero la humedad es muy problemática", cuenta el experto.

Nunca el espacio es demasiado para las gallinas, pero básicamente, unos 20 metros cuadrados son suficientes para un grupo pequeño. "Si alredor hay árboles y arbustos, los animales se sentirán más seguros", explica Lüttwitz.

Picotear y escarbar son dos de las ocupaciones favoritas de las gallinas, como darse baños de polvo. "Por eso", dice Lüttwitz, "en el gallinero debe haber paja, hojas y heno".

Les gusta mucho comer fruta. También es aconsejable darles hojas de lechuga y col, hierba, ortigas y diente de león. Además hay que darles pienso. "Para que produzcan cáscaras de huevo hay que ponerles calcio a su disposición", añade.

Las gallinas, evidentemente, también pueden ponerse enfermas. Se reconoce, por ejemplo, en la cresta y en la barbilla. "Ya no están tan rojas y brillantes", indica. Si el plumaje se vuelve estropajoso y pasan mucho tiempo quietas, también deberíamos alarmarnos y llamar a un veterinario.

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