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Quien vaya a tener un gato pero no quiera criar debería castrar al animal, "independientemente de que sea macho o hembra", dice la experta alemana Alexandra Bohl.
Hacerlo redunda en el bienestar del animal y también en el del dueño.
Si el gato llega a casa siendo un cachorro, comenzará seguramente a marcar el territorio al año. Y en apartamentos de ciudad, esto es un gran problema: "El olor en casa no solo lo notará la nariz más delicada", indica Bohl.
Los machos que no han sido castrados, si salen de casa, pueden recorrer un radio de unos 2,5 kilómetros en busca de una hembra. Y en ese recorrido pueden ocurrir muchas cosas, como accidentes con automóviles.
La castración reduce por tanto las posibilidades de que pase algo así, ya que el radio que recorre el gato se reduce entonces a unos 800 metros.
Los gatos que viven en el campo tienen otro problema añadido: pueden ser confundidos con conejos por los cazadores desde la lejanía.
Quien se decida por una hembra se enfrenta con la posibilidad de que se quede preñada si no la castra.
Además está el problema del celo. No solo los dueños lo pasan mal con los lamentos del animal en ese periodo, sino también la propia gata.
Los celos continuados pueden además generar problemas de salud, como inflamaciones en el útero. Las gatas pueden llegar a tener celos cada dos semanas.
Los dueños de perras no se enfrentan con tanta frecuencia a estos problemas, ya que las perras solo tienen celos dos veces al año. Suelen durar unas dos semanas.
"Uno puede programarse para ello y después todo vuelve a su lugar", dice Gula Szabo, de la Asociación Alemana de Cría de Perros de Raza. Eso sí, las perras en este tiempo tienen la menstruación. "Y a algunas personas esto no les gusta", indica Szabo.
Los perros no castrados están siempre dispuestos a correr detrás de una hembra en celo. Por eso los dueños con poca experiencia pueden tener problemas con ellos al educarlos.
Los dueños de roedores deben tener en cuenta algunas otras cosas. Un animal solo en una jaula, ya sea un conejo o una cobaya, se sentirá triste muy rápidamente.
Pero si se mete un segundo animal con él, puede haber problemas. Si son dos machos, podrían pelearse.
"Las jaulas, por lo general, son muy pequeñas y no hay posibilidad de que un animal se quite del camino del otro", indica Kristina Bergerhausen, de la Asociación de Protección Alemana. Las luchas de poder implican muchas veces mordiscos.
Dos hembras o una hembra y un macho suelen llevarse bien. En el caso de macho y hembra hay que tener en cuenta que pueden procrear.