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Para evitar en lo posible esos malos olores es aconsejable seguir algunos pasos.
El primer es echar arena hasta que tenga una altura de al menos unos cinco centímetros. Así todo líquido es rápidamente absorbido.
Además, al menos una vez al día se deben retirar las aglomeraciones que hayan formado los líquidos en la arena y también las deposiciones. Si después es necesario, se puede añadir más arena.
Una vez a la semana se debe hacer una limpieza en profundidad. Para eso, una vez vaciado completamente el arenero, se lavará este con agua caliente y un jabón neutro.
Se aconseja utilizar un cepillo de raíces o un estropajo duro que permita rascar bien.
Después hay que asegurarse de secar bien el arenero y una vez hecho esto, se echará arena limpia en él.
Pese a todas las precauciones higiénicas y las limpiezas hay que tener en cuenta que un arenero no dura siempre.
Si los gatos arañan concienzudamente el suelo, en algún momento se abren grietas en las que los olores pueden quedar fijados aunque nos esmeremos en la limpieza semanal.
Lo recomendable es cambiar el arenero cada dos años como mucho. Si se hace antes, mejor.