¿Enfermedad o queja? Cuando el gato deja de comer

Ya sea atún, una sabrosa carne guisada o el pienso seco de todos los días, hay ocasiones en las que al gato ningún alimento le llama la atención. Lo que antes tanto le gustaban, ni lo toca. El comportamiento de los animales con la comida es comida.

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El rechazo al alimento puede deberse a distintos factores, dice Andrea Furler-Mihali, veterinaria y experta en animales de compañía de la Federación Protectora de Animales de Alemania.

"Las preferencias alimenticias son, por una parte, genéticas; por otra, copiadas de la madre y adquiridas por experiencia e influencia social", explica.

Cuando el gato no quiere comer, su dueño debería plantearse si todo está en orden en casa, indica Furler-Mihali. "Los gatos odian los cambios, necesitan un entorno estable, que les ofrezca sensación de protección", apunta.

Si las personas que viven con ellos son escandalosas, si de repente se oye música alta o se hace la limpieza con nuevos productos, los gatos se encuentran incómodos y comen menos. "Algunas veces la razón es que tienen el comedero junto al lugar en el que se tumban o que sienten que carecen de suficientes lugares para retirarse", añade.

No obstante, el motivo de la falta de apetito también puede ser una enfermedad, advierte Furler-Mihali. "En este caso, el gato suele mostrar también otros síntomas como abatimiento, fiebre o incluso vómitos y diarrea", dice.

Las enfermedades de las vías respiratorias pueden ser motivo de que el gato no coma, ya que para él el sentido del olfato es muy importante, añade la veterinaria Patricia Lösche. "El gato se negará a comer algo si no puede inspeccionarlo a través del olfato", explica.

Otras enfermedades que llevan al gato a no comer son complicaciones en el esófago, procesos dolorosos en el estómago e intestino y parásitos. Por eso se debe llevar siempre al animal al veterinario.

Los problemas en los dientes o los factores de estrés como una mudanza o un nuevo dueño son razones posibles asimismo de la falta de apetito, indica el catedrático Jürgen Zentez, del Instituto para Alimentación Animal de la Universidad Libre de Berlín.

"Cuando en el mismo hogar vive un segundo gato más dominante, puede ser que este sea el motivo. En ese caso, si es posible, habría que dar de comer a los gatos en espacios separados", recomienda.

Un comportamiento caprichoso en lo referente a la comida es más común en gatos caseros que en gatos callejeros, añade Lösche.

"El estómago de los felinos no está hecho para grandes porciones, por eso los salvajes comen varias presas pequeñas durante el día. En los gatos caseros, el instinto cazador no está sin embargo tan desarrollado por lo general", cuenta.

La mayor parte de los dueños de gato dan de comer a su animal grandes porciones dos veces al día y muchas veces dejan a su disposición comida durante el resto de la jornada. Lösche recomienda repartir en cinco o más tomas la porción diaria de comida. Eso, además, los entretiene mucho más.

Si el gato no está enfermo y aún así no come, el dueño puede intentar algún truco para hacer que se sienta tentado a comer. "Es importante minimizar la carga de estrés y mantener su entorno sin cambios en la medida de lo posible", dice Furler-Mihali.

"Además, el lugar de comida, bebida, descanso y el arenero deben tener una distancia mínima entre ellos de 50 centímetros. Lo ideal sería de hecho que estuvieran en estancias separadas", aconseja.

La veterinaria recomienda también calentar la comida húmeda al baño maría para imitar la temperatura corporal de una presa.

Los gatos deben tener a su disposición algo de pienso durante la noche ya que también comen a esas horas, indica Furler-Mihali. Lösche, por su parte, recomienda juegos: "Esconder la comida en rollos de cartón u otros objetos aumenta las ganas de comer por el esfuerzo que deben hacer para ello", explica.

Zentek revela otro truco: "Se puede echar algo de jugo del atún sobre su comida, es algo que les encanta a casi todos los gatos". Lo malo es que si el gato no se lo come inmediatamente, puede atraer moscas, sobre todo en verano.

"La comida húmeda hay que tenerla en la nevera, pero no hay que dársela luego fría al gato porque eso puede hacerle vomitar", explica Zentek. El pienso seco, sin embargo, puede estar sin problemas todo el día sin necesidad de refrigeración.

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