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Pero tampoco hay por eso que dejar de preocuparse por mantenerlo entretenido. Las hueveras y los cepellones pueden servir para ello.
El hámster sirio es muy querido como mascota, pero no siempre está en las condiciones que precisa. El equipo musical sonando junto a su jaula, los niños chillando y la luz del día no son apropiados para él.
Cuando esas son las condiciones en las que se encuentra, no es de extrañar que muerda.
El hámster es una mascota para adultos que por la noche quieren relajarse mirando cómo trepan y mordisquean.
"El hámster no es un animal para principiantes", dice Thomas Steidl, miembro de la Comisión para Pequeños Animales de la Cámara de Veterinarios alemana.
"Mantenerlos es complicado, precisa una gran inversión de tiempo y tampoco es barato", indica. No solo cuesta dinero hacerse con el animal, sino también comprar la jaula y todo el equipo que precisa.
Estos pequeños roedores no son apropiados para niños. "El hámster se activa por la noche y por eso no es recomendable para estar en la habitación de los pequeños", señala Steidl. Quien despierte al animal durante el día, tendrá que pensar que eso puede costarle mordiscos y arañazos.
El experto ha visto con frecuencia cómo los niños actúan con el hámster como si fuera un juguete. "Lo meten en una maleta o sobre un tren eléctrico".
Lo mejor es tener solo un hámster. Cuando están en compañía, pueden producirse peleas que llegan a ser incluso mortales. "Solo se recomienda tener una pareja en la época de apareamiento y durante un periodo limitado de tiempo", dice Astrid Behr, de la Asociación de Veterinarios en Ejercicio de Alemania.
En el caso de la jaula, cuanto mayor sea, mejor. "La superficie debería ser entre medio y un metro cuadrado. Por lo general, las que la gente tiene habitualmente son muy pequeñas", indica Ursula Bauer, de la organización alemana Aktion Tier (Acción animal).
Lo mejor es que los dueños construyan ellos mismos el reciento. "Se necesita un poco de creatividad y estar dotado para las manualidades", apunta.
Del equipamiento básico forman parte el comedero y el bebedero, y también un lugar para dormir.
"Pero también hay que dar al hámster posibilidad de distracción", explica Bauer. Montoncitos de heno, un laberinto hecho de madera, una huevera, túneles de arcilla o piedras... la fantasía no tiene límites.
Como les gusta roer, lo aconsejable es prescindir de plástico y barniz.
También la rueda es un juguete que les encanta, pero debe ser combinada con otras cosas. "Una rueda no puede ser sustituto en ningún caso de una jaula de mayor tamaño", advierte Bauer.
Para que el hámster pueda moverse más se le puede sacar de la jaula para que ande libre. "Pero solo bajo vigilancia", apunta. Estos pequeños roedores son capaces de desaparecer rápidamente bajo los muebles y roer los cables eléctricos.
Lo mejor es asegurar una habitación de forma que no pueda meterse bajo el sofá, las cortinas o el armario.
Cuando viven en libertad, los hámsteres disfrutan de una alimentación variada, por eso los dueños deben procurar darles un pienso nutritivo de calidad con un alto porcentaje de granos variados.
"No deben tomar nada más que pequeñas cantidades de productos con grasa y energéticos como las nueces y el trigo, así como snacks con azúcar porque si no, como ocurre con las personas, engordan y tienen problemas dentales", dice Bauer.
Su ración diaria debe contener también verduras. "Pero hay que pensar en pequeñas cantidades, como por ejemplo un trozo de pimiento del tamaño de una uña, media rodaja de pepino y una fina de zanahoria", propone Bauer.
La fruta, por el contrario, se le debe dar solo una vez a la semana. Y hay que tener muy en cuenta que estos roedores no son vegetarianos. "Tres o cuatro veces por semana necesitan proteína animal", añade. Pueden ser grillos secos, un gusano o queso granulado.
Los hámsteres no viven demasiado tiempo. Solo entre dos y cuatro años. El estrés puede acortarles la vida. Para evitarlo, no deben ser expuestos a música alta ni a gritos. "Son animales para ser observados y no para achuchar", dice Bauer.
En general, hay que darles tiempo para que se acostumbren, explica Steidl. Sus consejos son hablar con ellos y darles de comer con la mano. Eso los amansa y les da confianza.