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Para el propio perro, tener otro en casa supondrá una mejora también de su vida. “Las personas somos compañeros, pero no somos congéneres”, dice Julia Dittmers, de la Asociación de Entrenadores Profesionales Caninos alemana (BVZ).
No obstante, dos perros no solo suponen doble alegría, sino también doble trabajo, tiempo y gastos.
“Seguro, veterinario, comida, hay que multiplicar todo esto por dos”, explica Birgitt Thiesmann, de la organización de protección animal alemana Vier Pfoten (cuatro patas).
También hay que tenerlo en cuenta de cara a la planificación del día a día y de las vacaciones antes de decidir dar el paso y tener un segundo perro. Porque aunque los perros vayan a tenerse uno a otro como compañeros de juegos, el dueño tendrá que seguir prestándoles atención.
Por eso el dueño debe aplicarse para entender el lenguaje corporal de los animales, aconseja Thiesmann. “El dueño de los perros debe ser el macho o la hembra alfa; si no es así, surgirán malentendidos”.
Solo se recomienda tener un perro más en casa cuando el primero está ya muy bien educado. Eso será una ventaja de cara al nuevo.
“El perro es un animal social y donde mejor se encuentra es en el grupo”, explica Thiesmann. “Proteger la casa en compañía les gusta más a los perros que hacerlo solos”, apunta Udo Kopernik, de la Asociación Cinológica Alemana (VDH).
Para que todo el mundo esté contento, los animales deben encajar bien entre ellos. Para eso es importante conocer bien el carácter del perro que ya tenemos.
¿Es un animal dinámico o más bien hogareño? ¿Se acerca curioso a otros perros o prefiere estar solo? También la edad es importante.
“Cuando se tiene un adulto mayor de unos 12 años y se lleva a casa un cachorro, las cosas por lo general no van muy bien”, opina la entrenadora de perros Dittmers.
El recién llegado puede que anime la vida del perro viejo, pero lo más seguro es que en algún momento le saque de quicio.
Esto ocurre también cuando en casa tenemos un perro joven juguetón y llevamos un cachorro, pero en este caso, el que verá sus nervios puestos a prueba será el dueño.
“Muchas veces nos olvidamos de las tonterías que son capaces de hacer los cachorros”, señala Julia Dittmers. “Y no se puede pensar que los perros copian solo las cosas buenas de otros”, añade.
Kopernik, basándose en la experiencia, apunta que “si los perros se llevan varios años, no hay problemas de jerarquía”. Cuatro años son una diferencia buena, añade.
El momento de presentar a los dos perros debe prepararse bien. Lo más aconsejable es que el primer encuentro tenga lugar en territorio neutral, es decir, un sitio en el que el perro que tenemos tampoco haya estado. Así podrán conocerse con tranquilidad.
Una buena señal es que los perros se olfateen uno a otro con atención, muevan la cola alegremente o corran juntos, apunta Thiesmann. Pero tampoco debemos preocuparnos si hay pequeñas escaramuzas. “No obstante, hay perros que no logran congeniar”, añade. En ese caso no deben vivir juntos.
Luego está la cuestión del género. “Las parejas son la combinación más fácil de tener”, opina Udo Kopernik. “En lo que a la jerarquía se refiere, con ellos no hay problemas y la repartición de roles funciona bien”, opina Udo Kopernik.
Solo habrá problemas cuando la hembra tiene celo. Kopernik aconseja separar a los perros en ese periodo, por ejemplo dejando a uno de ellos en casa de unos amigos.
También funcionan las parejas del mismo sexo. “Dos machos juntos no dan prácticamente problemas”, explica Kopernik.
Puede haber peleas aparatosas, pero los animales por lo general tienen siempre cuidado de no herirse, algo que no ocurre con las hembras. “Estas pueden llegar a tener pelas duras”, advierte. El peligro es mayor cuanto más cercanas en edad estén las hembras.