Cuando perro y gato creen que la cama de su dueño es la suya

Comienza por lo general cuando son pequeños: el cachorro es el centro de atención, todos en casa lo acarician y quieren estar con él y lo convierten en un miembro más de la familia, hasta el punto de que duerme en la cama con alguno de ellos.

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El cachorro crece, se hace mayor y sigue durmiendo en la cama. Entonces este hábito se convierte para algunos en un problema. “Para el animal es un drama cuando su dueño le dice de repente: Ya no puedes dormir aquí más”, cuenta Pasquale Piturru, veterinario.

Con frecuencia, los animales comienzan a roncar cuando se hacen adultos o ya no huelen bien como cuando eran cachorros, todo lo contrario.

Lo mejor es tener que evitar llegar al punto en el que prohibimos de golpe al animal dormir con nosotros e incluso entrar en nuestro dormitorio después de haber compartido muchas noches.

Para ello, es bueno buscarles un lugar para que duerman bien y tranquilamente desde que son cachorros. Pero si no lo hemos hecho, hay que empezar a habituar al animal y tener paciencia.

Para los perros, Piturru recomienda una manta o una cestita fuera del dormitorio, en un lugar en el que el animal se sienta a gusto y seguro. El periodo de deshabituación puede llevar implícitos llantos nocturnos.

“Hay que hacer bonito el nuevo lugar para que al perro le guste estar allí”, dice el veterinario. También su colega Pascale Huber apuesta por un refuerzo positivo, por ejemplo con algún premio. “Con los perros funciona muy bien”, asegura. Además, el dueño debe mantenerse firme si el animal pretende volver a conquistar su espacio en la cama.

Quien sea consciente de los problemas que genera un animal en la cama y aún así quiera seguir durmiendo con su perro o con su gato, deberá tener en cuenta algunas cosas.

“La condición indispensable es que el animal sea desparasitado regularmente y esté libre de pulgas o garrapatas”, dice Lea Schmitz, de la Federación de Veterinarios Alemana. Y es que estos no solo son desagradables, sino que pueden transmitir enfermedades. “No solo los parásitos pueden pasar del animal al hombre, sino también las enfermedades”, advierte el veterinario Piturru.

Cuando el animal duerme con nosotros en la cama, hay que ser más estrictos con la higiene. “Los animales pierden mucho pelo y traen suciedad de la calle a la cama”, indica Pascale Huber.

Por eso, por ejemplo, hay que cambiar con más regularidad las sábanas. Puede ser de ayuda que nuestra mascota tenga una sábana o manta propia sobre la que duerma encima de la cama y que debemos colocar lejos de nuestra cabeza.

Tanto los alérgicos como los asmáticos deben evitar que los animales duerman con ellos en la cama.

Además, tampoco deberíamos permitirles que se metan en la cama de los niños, dice Lea Schmitz. El peligro de que sufran alguna herida es grande para los niños pequeños. Los animales solo deberían entrar en su habitación bajo supervisión de los adultos. En el caso de los gatos, podemos evitar que el animal se meta en la cama con una protección con barrotes.

Animales pequeños como hámsters o cobayas no deberían dormir nunca con nosotros porque corremos el peligro de aplastarlos.

Compartir lecho con nuestros animales, sin embargo, no solo tiene inconvenientes. “A los gatos les encanta dormir con sus dueños”, dice Schmitz. Y la relación entre hombre y animal se fortalece cuando eso ocurre.

También a los perros les gusta dormir con su grupo. “Pero en su caso, cuando eso pasa, a veces ya no nos reconoce como su persona de referencia”, explica Piturru.

Cuando el perro duerme en el mismo lugar, a veces hay problemas de jerarquía. Esto ocurre con frecuencia en el caso de los niños, a los que el animal deja de hacer caso cuando le dan órdenes.

Otra de las cosas que suele ocurrir es que el perro desarrolla un instinto de protección exagerado, advierte Huber. Y eso, en el día a día, puede llevar a situaciones de agresión a otras personas que se acerquen a la cama del dueño, como por ejemplo su pareja.

En los casos menos preocupantes, el animal solo intenta apartar a la pareja del colchón; en los más exacerbados, puede llegar a impedir que se meta en la cama.

Otra de las desventajas de dormir con nuestro animal es que la calidad de nuestro sueño se puede resentir. Gatos y perros tienen otros hábitos de sueño distintos a los nuestros y cuando se despiertan y empiezan a correr, nos rompen el ciclo del descanso.

Para que puedan moverse libremente durante la noche, la puerta de nuestro dormitorio debe quedar siempre abierta.

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