Confianza y reglas claras: la convivencia del bebé y el perro

La llegada de un bebé a casa es una situación nueva para toda la familia, y también para el perro. De repente, hay alguien nuevo que grita, y el día a día, muchas veces, da un vuelco.

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Hay gente que considera arriesgado acostumbrar al perro a convivir con bebé. Amigos y familiares alertan muchas veces de supuestos riesgos que generan inseguridad en los padres.

“Quien espere un bebé, los sabe como poco con siete u ocho meses de antelación, un tiempo que puede utilizarse”, aconseja la entrenadora de perros Manuela van Schewick. Los futuros padres deben preguntarse con tiempo cómo será el día a día con un bebé y lo que esto significará para el perro. Porque para el animal habrá nuevas fronteras, tanto espaciales como sociales.

Muchos perros desarrollan un instinto protector especial cuando nace un nuevo miembro de la familia. Algunos, incluso, cuando la mujer está aún embarazada, cuenta Van Schewick. Desde el principio hay entonces que fijar que es el dueño del perro y no el animal el que determina quién se acerca a la embarazada, primero, y al bebé, después.

Cuando nace el bebé, el dueño del perro debe establecerle límites. “El perro debe aceptar que hay otro ser vivo que exige atención a la madre y él no puede estar continuamente exigiéndola”, indica la experta.

El perro, por ejemplo, debe quedarse tumbado cuando la madre está ocupándose del niño cuando llora.

Que el perro no sea siempre el centro de atención es algo que hay que empezar a ensayar durante los meses anteriores al parto, aconseja Angelika Lanzerath, entrenadora de perros y autora de libros. Porque si el perro deja de tener atención de golpe con la llegada del bebé, responsabilizará a ese hecho.

Las nuevas reglas en el hogar deben estar vigentes antes del nacimiento del niño, dice también Hebamme Juliane Martinet. Algunos lugares de casa deben quedar prohibidos para él: el sofá, la manta del niñoy la cama, entre ellos.

También hay cosas que tendrá que aprender cuando el bebé ya esté en casa. Da igual que el animal esté muy bien educado: los padres no deben dejarlo nunca solo con el niño, advierte Martinet.

“Un animal es siempre impredecible”, añade. Los movimientos incontrolados que hacen los bebés pueden asustar al perro y este puede tener la sensación de que debe defenderse.

No obstante, por mucho que uno se empeñe, hay momentos en los que el bebé y el perro se quedan solos: la leche hirviendo que se sale del cazo, el teléfono que suena... Por eso es importante conocer muy bien al perro.

“Lo mejor es que cuando un perro está acostumbrado a los niños desde que es cachorro”, explica. En esta fase del desarrollo, los perros aprenden a aceptarlos como compañeros sociales.

Que al perro le gusten los niños, depende mucho más de esta socialización que de la raza, indica Van Schewick. Casa perro es un individuo y tiene un temperamento propio.

Un perro que vive en la familia con un bebé necesita sobre todo una cosa: paciencia. Porque el niño hace ruido y antes o después vendrán más niños de visita y habrá jaleo. Por eso, el perro siempre debe contar con una posibilidad de retirada.

Sobre todo cuando los niños comienzan a gatear y a explorar su entorno, dice Van Schewick. “Un niño querrá averiguar qué ocurre cuando se tira del pelo al perro, se le toca un ojo o se le mete la mano en la boca”, explica.

El perro le dirá al niño a su manera lo que no le gusta. Y si le tira por quinta vez de la cola, podría haber un mordisco de advertencia. Así es como los perros actúan con sus cachorros. Pero mientras a estos no les hace daño, al niño sí puede hacérselo. Por eso al niño también hay que ponerle límites en la actuación con el perro.

Quien crea que el perro no puede hacer frente a la nueva carga que significa tener a un niño en casa debe preguntar a un entrenador de perros, aconseja Lanzerath.

“Un entrenador puede aconsejar, pero la responsabilidad es siempre del dueño del animal”, recuerda. En ningún momento debe el perro sentirse aislado de la familia. Si al niño se le está cambiando el pañal, por ejemplo, no pasa nada porque el perro esté mirando.

“Si los padres intentan mantener lejos al animal porque tienen miedo, corren el riesgo de traspasar el miedo al niño”, opina.

Límites claros, una preparación correcta y la confianza en el propio perro son las combinación perfecta para que el bebé y el animal convivan en armonía.

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