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Lo mejor es, sin apretar, sujetar la correa con dos dedos mientras con el resto agarramos el manillar. De esa manera, en caso de que el animal dé un tirón, se puede soltar fácilmente la cuerda.
Quien saque a pasear a su perro en bicicleta debe estar seguro de que el animal obedece las órdenes que se le dan. Hay que asegurarse de que sabe llevar el ritmo con el que montamos en bicicleta y que sabe cambiar de dirección con nosotros.
Para que el paseo en bicicleta no se convierta en una tortura para el animal, habrá que tener en cuenta su ritmo. Lo ideal es que vaya a trote ligero.