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El perro anteriormente vivía con su dueño, quien falleció, en el Club Adolfo Riquelme, ubicado enfrente de la terminal de ómnibus. Desde que llegó a la estación de buses se ha convertido en un compañero fiel de las personas que tienen sus puestos de venta en ese punto de la capital del primer departamento.
Ante la incógnita de su nombre, rápidamente lo “bautizaron” como “Rubio” debido al tono de su pelaje. Sus acciones ahuyentando a los adictos que merodean la zona hicieron que se ganara el cariño de los comerciantes.
Los ocupantes de los salones ubicados en el predio de la estación de buses son quienes dan alimento y agua al animal.
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Rubio también se ganó el cariño de los usuarios habituales de la terminal de ómnibus, ya que no es agresivo. Desde su “mudanza” a la estación de buses, el canino se convirtió en poco tiempo en una figura representativa del lugar.