“Yo tuve momentos en mi vida muy, muy malos. Y los únicos que estaban a mi lado eran mi hermana y Conan (su perro muerto). Ni mi hermana ni Conan nunca me traicionaron. Jamás. La lealtad con lealtad se paga”, describió recientemente Javier Milei, el presidente electo de Argentina.
La muerte de Conan le causó tal pesar que lo mandó a clonar en Estados Unidos. Obtuvo seis ejemplares de los cuales uno murió al poco tiempo, según la investigación del biógrafo no autorizado Juan Luis González.
Conan alude al personaje de la novela “Conan el bárbaro”, de Robert E. Howard. Ese nombre lo repitió con uno de los clones.
Los otros cuatro perros llevan los nombres de sus economistas más admirados: Milton, por Milton Friedman, Murray, por Murray Rothbard, y Robert y Lucas, por Robert Lucas. “De la relación que genera con el perro, del que dice que era su hijo, se llega a la soledad de Milei. Es alguien que no desarrolló habilidades sociales. Su círculo cercano es muy pequeño”, dijo González a la AFP.
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Los mastines ingleses son animales enormes, de entre 80 y 100 kilos cada uno. En 2019 tuvo que ir al hospital, donde le tomaron puntos y le enyesaron un brazo, porque sufrió un mordisco al interponerse en una pelea entre los perros. “Ellos se disputan ser el preferido, y cuando salí (de una habitación) se generó ese intercambio que por estar entre ellos quedó mi brazo en el medio”, declaró en aquella ocasión.
Los perros de Milei no son vistos hace años
Por los mastines dejó su apartamento en Buenos Aires y se mudó a una casa en un barrio cerrado de las afueras, según él mismo explicó durante la campaña. Sin embargo, hace años que no los muestra. Las fotos que se conocen son de cuando eran cachorros. Un allegado comentó a la AFP que es “imposible” tener una imagen de ellos porque “no los expone”.
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Lo último que contó Milei, en octubre, fue que debido a la campaña electoral los dejó en una guardería. El mandatario electo vive desde hace varias semanas en un hotel del centro de Buenos Aires.
A partir de su investidura este domingo se trasladará a la residencia presidencial de Olivos, una casa de mediados del siglo XIX rodeada de extensos jardines a las afueras de la capital.