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“Los perros afectados pueden presentar letargia, anorexia, deshidratación, fiebre, descarga óculo-nasal y tos progresiva que empeora si no existe una respuesta inmune inadecuada. Las infecciones bacterianas secundarias son muy comunes en esta enfermedad, y suelen complicar el cuadro. Estas infecciones pueden conducir a una neumonía con el riesgo de complicar el cuadro y convertirse en una amenaza para la vida de los cachorros”, señala el doctor Jorge Duarte, veterinario y especialista en Neurología.
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Cachorros o adultos vacunados
El especialista en neurología veterinaria señala que es relevante enfatizar el concepto de infección asintomática o subclínica que puede ocurrir en los perros, cachorros o adultos vacunados y en aquellos perros que tienen acceso a la calle y son susceptibles de infectarse o reinfectarse con el virus.
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“Los perros que son infectados y tienen suficiente protección de su sistema inmune, se ven sanos sin ningún dato de enfermedad clínica, pero pueden ser eliminadores del virus por periodos cortos, actuando como un reservorio del virus, y representan una fuente potencial de contagio inaparente o “inexplicable” para otros perros susceptibles”.