La plétora de lujo y sofisticados artilugios expuestas en la Pet Fair Asia dan fe del poder adquisitivo de una creciente clase de jóvenes propietarios de mascotas en China.
Desde robots de compañía a dispositivos portátiles de control de salud, el bienestar animal es una lucrativa industria. E incluso si todas las opciones de cuidado fallan, en China existe la opción de clonar a tu amada mascota.
“Si tienes un cachorro, es como tu propio niño”, explica Song, una joven propietaria, a la AFP. “Cualquiera que haya criado uno, lo sabe (...) Ocupan un enorme lugar en tu corazón”, afirma.
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El número de dueños de mascotas se disparó en China, llegando a casi 100 millones en 2022.
Vestidos de gala, acompañan a solteros
Los analistas atribuyen este crecimiento a las jóvenes generaciones. Para Deloitte, parte de este bum se debe al “cambio de visión sobre la estructura familiar y a un incremento de la población soltera”.
“La gente joven es más individualista, no quieren sacrificar toda su vida [criando niños] como la generación previa, así que, [con] un animal, esperan tener inmediatamente esa intimidad y afecto (...) pero sin gastar tanto tiempo y energía”, dice una joven llamada Duan durante su visita a la feria el jueves.
Pero los propietarios gastan mucho dinero en su familia peluda.
El vestido de 13.700 dólares, que va acompañado de una tiara a juego, está hecho a mano y concebido para una boda canina, explica Sun Chao, responsable del puesto, a la AFP.
“La atmósfera económica general en nuestro país en los últimos años no ha sido muy buena, pero el mercado de mascotas está en una liga distinta”, asegura.
Se espera que la industria crezca un 68% hasta alcanzar un valor de 811.000 millones de yuanes (112.000 millones de dólares) en 2025, según la empresa iiMedia Research.
Vestidos de gala, juntos para siempre
Pet Fair Asia dura varios días y sus organizadores aseguran que el tamaño que tiene este año es inédito, con más de 2.000 expositores que venden desde arena de tofu para gatos, aperitivos para ranas o dónuts y galletas para perros.
En un guiño a la intensa cultura de trabajo de la región, un artículo bastante habitual son los sistemas de vigilancia que permiten a los propietarios controlar a sus mascotas a distancia.
Hay un robot a 169 dólares que sigue a los animales por la casa, los alimenta, los entretiene con un láser o reproduce la voz de su amo.
Las próximas versiones del aparato usarán inteligencia artificial para interpretar los movimientos de la mascota y reaccionar a ellos. Pero la tecnología también sirve para superar la muerte del animal.
“Soy un perro clon”
En el puesto de la empresa china Sinogene, los visitantes se apiñan en torno a una jaula con terriers idénticos que lucen arneses con el lema: “Soy un perro clon”.
Es una de las pocas firmas del mundo que ofrecen servicios de clonación de animales, permitiendo a mascotas y propietarios estar “juntos para siempre”, como reza su eslogan.
Un representante de la empresa apellidado Dai explica a la AFP que han clonado medio millar de animales para clientes chinos desde que empezaron su actividad en 2017. Algunos eran para los servicios de seguridad del país, afirma.
El coste de clonar un perro oscila entre los 30.000 y los 60.000 dólares en función de la raza.
La gente depende de las mascotas
Al principio, los clientes reaccionaban con cautela hacia el negocio, admite.
“Pero con el desarrollo de la economía y la dependencia de la gente hacia las mascotas (...), el público ha empezado a familiarizarse lentamente y a aceptar la clonación”, asegura.
Aunque las estrellas de la feria son los perros y los gatos, algunas tendencias más exóticas empiezan a surgir.
Buscando atraer a los amantes de los animales, una empresa de coches eléctricos conducía una alpaca poco impresionada por toda la feria, mientras sus trabajadores repartían panfletos y pegatinas.
En otro pabellón, un caleidoscopio de serpientes se retorcía en pequeños recipientes de plástico para llevar y una pequeña multitud observaba atentamente una caja llena de suricatas -mamífero originario de África-.
Ajena a todo ello, un capibara -carpincho- mordisqueaba un lecho de hierba, ignorando a los múltiples visitantes que intentaban llamar su atención.