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En MemoryPets, en la ciudad alemana de Bochum, se los prepara con cuidado para distintos clientes. Hace poco terminaron con varios perros y gatos y están esperando que los pasen a buscar.
Que no se trata de animalitos que están durmiendo la siesta sino de productos artesanales se nota recién cuando uno se acerca y tira un poco de su pelaje.
¿Cómo funciona? El comienzo suena bastante duro y frío: los cuerpos de los animales llegan congelados y por correo a Bochum, en cajas extremadamente bien aisladas, con refrigerantes. O son trasladados y entregados personalmente a las taxidermistas Jennifer Dörk y Laura Eberhard.
“La mayoría prefiere entregarnos sus mascotas personalmente”, afirma Dörk, y agrega que también cuentan con un chofer que hace poco pasó a buscar a dos gatos en Múnich.
“Entendemos que funcionamos un poco como servicio funerario, y por eso también acompañamos en lo que podemos a los deudos”, dice Dörk, de 44 años, quien embalsama animales desde hace 20 años, aunque antes eran más que nada animales salvajes. Según cuenta, no es lo mismo embalsamar una mascota con mucho cuidado y piedad para un dueño que aún la llora, que un ciervo cazado a modo de trofeo.
Las dos mujeres cuentan con una formación de tres años como taxidermistas. MemoryPets es la única empresa en toda Alemania que solo embalsama mascotas, indican.
El trabajo se divide en varios pasos. Primero, hay que retirar el pelaje de la mascota. “Es como si le sacáramos el abrigo”, describe Dörk. Un curtidor se ocupa de hacerlo imputrescible.
Sentado, acostado o de pie
De acuerdo con el pedido del cliente, el cuerpo del animal es congelado en posición de sentado, acostado o de pie. Las taxidermistas crean luego un molde de la forma externa del cuerpo, mientras que el interior del mismo es rellenado con espuma firme.
Si así se lo desea, las cenizas del cuerpo cremado pueden ser integradas en el molde artificial. Luego se coloca la piel por encima. Le siguen el modelado y la colocación de ojos de vidrio, así como el maquillaje, es decir, el color para el rostro. Para trabajar usan una pistola con pintura en aerosol, escalpelo, pincel y pinza.
“Todos los animales tienen su propia personalidad, que se refleja en su cara y en su postura”, explica Eberhard, de 32 años. Para su trabajo es importante contar con fotos del animal en vida. “Esto nos permite ver dónde estaban exactamente las arrugas en su cara, cuán grandes eran sus ojos, qué forma tenían... todos estos son detalles sutiles que tenemos en cuenta. Como en un retrato”, añade.
Actualmente, un gato persa está a la espera de que le coloquen algo de color en su naricita gris. En la mesa de al lado, una serie de agujas delgadas procuran que un conejo no pierda sus facciones durante el secado.
No está claro cuántas personas se dedican a esto en Alemania. En la Asociación de Taxidermistas Alemanes hay registradas alrededor de 450 personas, de las cuales unas 250 vienen del campo de la biología, según explica su jefe, Frank-Michael Weigner.
¿Y quiénes son los clientes?
En MemoryPets, un promedio de la sociedad. Eberhard cuenta que algunos clientes también quieren contar con impresiones de las patas de sus mascotas, una bolsita con sus huesos, sus dientes o sus garras como recuerdo. Agrega que hace poco les encargaron un almohadón con forma de corazón hecho con el pelaje del animal.
Renata Cwielong-Bieniek llevó su perra Yorkshire a Bochum el verano pasado. “No podía separarme de ella, arrojarla sin más a la tierra o cremarla”, explica esta mujer de 41 años. “Quería seguir teniéndola conmigo”, añade. Tardaron dos meses en preparar su mascota. Una inversión de 1.200 euros (1.280 dólares) con servicio express.
Su Luca se encuentra ahora en un estante de su salón de estar. “A veces todavía lloro. Luego acaricio su pelaje y me siento mejor”, confiesa. La mujer dice que algunos parientes no la comprendieron, pero ella asegura que no se arrepiente de su decisión.
Mientras, debido a la alta demanda, a MemoryPets le lleva casi un año tener lista la copia de cada mascota. El trabajo tiene su costo. En promedio, un gato cuesta 900 euros. En el caso de los perros, los precios arrancan en los 1.000 euros y pueden cuadruplicarse o quintuplicarse.
“Todos los clientes están unidos por un enorme amor a sus animales. Quien no tuvo una relación estrecha con su mascota tampoco busca embalsamarla”, indica Eberhard. Sabe que muchas personas critican lo que ellas hacen. Sin embargo, ella tiene una opinión al respecto. “La muerte de una mascota querida es inevitable. Qué hace luego cada quien con ella debería ser decisión de cada dueño”, afirma.