Con el nombre “The Queen and her Corgis” (La reina y sus corgis) la cuidada selección de apenas 10 instantáneas en blanco y negro y en color, escogidas de entre unas 5.000, se inaugura oficialmente mañana, miércoles en el museo londinense Wallace Collection, donde permanecerá hasta el 25 de junio.
En todas ellas, la soberana Isabel II, que falleció a los 96 años el pasado 8 de septiembre, posa en diversas situaciones, formales, informales, relajada, sonriendo, siendo apenas una niña, o en actos oficiales, siempre acompañada de sus adoradas mascotas, de las que llegó a tener más de 30.
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En una entrevista con EFE, el director de la galería, Xavier Bray, recuerda la “pasión” de la monarca por el corgi, una raza galesa que se empleaba como perro de pastoreo y “que entró en la corte británica cuando la reina tenía unos 7 años”.
La "fascinante" unión que se forjó entre Isabel II y esta raza de canes fue "una constante" que marcó su vida e hizo que los ciudadanos apreciaran en ella "un lado más humano y cercano", explica Bray.
"Le dan un toque humano. Uno se puede acercar a ella a través de sus perros; es su alma que sobrevive a través de esta raza. Y es algo muy inglés, que el perro pueda expresar el 'alter ego'", afirma el experto.
Una vida a través de sus perros
La sala donde se exhiben las imágenes cuenta con un curioso árbol genealógico del linaje canino, iniciado por “Susan”, la primera perra corgi que tuvo la soberana al cumplir la mayoría de edad, en 1944, y que fue un regalo de su padre, el rey Jorge VI.
Sobre otra de las imágenes expuestas, Bray comenta que capta “un momento desafortunado” en la vida de Isabel II, cuando uno de los corgis “se enamora” de un dachshund que pertenecía a la princesa Margarita, su hermana, un idilio animal del que surgió una raza híbrida denominada “dorgi”.
La exposición concluye con una emotiva escena que dio la vuelta al mundo tras morir la monarca: la imagen de sus dos últimos corgis aguardando a las afueras de la capilla de San Jorge, en Windsor, mientras el cuerpo de su dueña era enterrado, una foto que “resume este amor de los ingleses por los perros desde el siglo XV, un fenómeno muy llamativo”, agrega Bray.
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En la sala figura otra foto "magnífica" de la reina en Balmoral (Escocia), sentada ante una cascada, "y donde se la ve feliz, muy tranquila, relajada".
Bray observa cómo la composición de esa instantánea recuerda "a las pinturas del siglo XIX de la reina Victoria de pintores como (el pintor inglés especialista en pinturas de animales) Edwin Henry Landseer".
En la cuidada selección "hay un toque de propaganda, una manera de humanizar a la reina, ya que cada persona puede conectar con ella de esta forma (...) De repente la ancianita de York piensa: '(la reina) es como yo'".
La exposición sirve de preludio de otra gran exposición que se celebrará en la Wallace Collection a finales de marzo sobre los canes: “Retratos de perros: Desde Gainsborough a Hockney”.