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“El Pug llama la atención por su hocico chato y su cráneo corto casi redondo. A este tipo de conformación se la conoce como braquicefalia. Pero el Pug, no es la única raza de perro que presenta esta morfología craneal braquiocefálica. Otras razas como, el Bulldog Inglés, Bulldog Francés, Boxer, Bostón Terrier, Pekinés o el simpático Shih Tzu también son perros braquicéfalos. Los Pug caen bien a las personas, pero no a los demás perros”, explica la veterinaria Adriana González.
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Además señala la veterinaria que “Los rostros redondeados con hocicos cortos, permiten a los perros ofrecer una señalética de comunicación con miradas frontales muy próxima a la que tenemos los humanos. Esto nos produce especial ternura cuando intercambiamos miradas con ellos. Una forma muy directa para otras razas de perro, a las que incluso, podría resultar una mirada amenazante. No es de extrañar, entonces, que algunos perros rechacen el acercamiento de un perro braquicéfalo. Estos, además, de venir muy de frente, en muchas ocasiones emiten sonidos o “ronquidos” a consecuencia de una cierta dificultad respiratoria. Estos sonidos, pueden ser interpretados por otros perros como un gruñido.” manifiesta Adriana González.
Pero, según la profesional, su estructura braquicefálica les suele impedir tareas sencillas, como respirar, beber agua o comer, puede resultar misión imposible cuando no tienes hocico, su nariz carece de fosas nasales abiertas o un pliegue de la piel no le deja ver o respirar.
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Problemas de salud del Pug
- Hocico muy corto “chato”: ha dado lugar a una conformación nasal donde prácticamente se hace imposible la circulación del aire. Esta dolencia se conoce como narinas estenóticas.
- Cabeza redonda: esta condición, junto con la de hocico chato, es la que convierte a los pug en braquicéfalos.
- La condición de braquicéfalo, está asociada al síndrome respiratorio conocido como BOAS (Brachycephalic obstructive airway síndrome)
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- Ojos grandes: la selección exagerada de este carácter, les hace más propensos a sufrir prolapsos oculares. Esto ocurre cuando la órbita que aloja el ojo es menos profunda de lo habitual, pudiendo salirse el ojo con relativa facilidad.
- Rabo enroscado: asociado con problemas de columna vertebral. Por ejemplo, deformaciones en las vertebras que generan presión en la espina dorsal, afectando a la movilidad y al control de la defecación.
- Pliegues en la piel: hacen que sea más fácil que aparezcan dermatitis a consecuencia de infecciones por hongos o bacterias.
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