Su nombre científico es BHI 3033 y sus réplicas, repartidas por todo el planeta, han sido vistas por miles de aficionados a la paleontología y al mundo de los dinosaurios.
“Es el mejor T. Rex que se pone a subasta desde 1996”, asevera a Efe el director de Ciencia e Historia Natural de Christie’s, James Hyslop, a través de una conversación telemática, en la que ya adelanta que el precio estimado de venta, entre 6 y 8 millones de dólares, no estará al alcance de la mayoría de los bolsillos.
Sin embargo, el esqueleto de este enorme depredador que vivió hace 67 millones de años podrá contemplarse -con reserva previa- entre hoy y el próximo 21 de octubre, o si no a través de la vitrina de la sede de Christie’s, entre las calles 48 y 49 en el céntrico Manhattan de Nueva York.
“Es un objeto increíblemente emocionante”, asegura desde Londres Hyslop, que no oculta que la casa de subastas espera “marcar un nuevo récord mundial” en la puja por un dinosaurio.
Ha sido ubicado en una sala de techos bajos, con una tenue iluminación de claro oscuros que acompañan el marrón nogal de su esqueleto, que ha sido acomodado en posición de carrera, como si la gran bestia del Cretácico persiguiera a una presa que quisiera devorar.
Pero su cabeza, de la que destaca el enorme hueco de sus ojos y, sobre todo, su monstruosa mandíbula cargada de afilados dientes, es una réplica.
La original pesa demasiado para ser soportada por la estructura que lo sustenta, pero no está lejos de allí. En la sala contigua recibe al visitante con las fauces abiertas y su nombre en grande escrito en la pared: STAN.
Confundido con un triceraptos
Stan, bautizado con ese nombre en honor a su descubridor, Stan Sacrison, un paleontólogo amateur que halló los huesos de su cadera en la región geológica de Hell Creek, en el estado de Dakota del Sur en 1987, fue ignorado en un primer momento al ser confundido con un Triceratops, “que aunque es un descubrimiento también emocionante, es un fósil que es bastante común encontrar” en dicha región.
Al parecer, no fue Sacrison quien erró en la primera identificación, sino un científico con quien compartió su descubrimiento.
Tras permanecer cinco años ignorado, en 1992 el paleontólogo aficionado se puso en contacto con el Instituto de Investigación Geológica Black Hills que inmediatamente determinó que se trataba de un ejemplar “del principal depredador de su época, el Cretácico tardío”.
Tras un año de excavación y una breve estancia en Japón a donde se trasladó para una exposición, los 188 huesos originales de su robusto esqueleto, sustentados por una estructura de acero, han estado expuestos desde 1996 en el museo del Instituto Black Hills, en Dakota del Sur. Según Hyslop, se cree que un esqueleto completo de T. Rex podría estar compuesto por unas 300 piezas.
Los huesos hablan
El experto de la casa de subastas explica que a través de algunas de las marcas en la estructura ósea de Stan se pueden reconocer heridas sufridas durante sus “veintitantos años de vida”, como varias costillas rotas o punciones en su cráneo y mandíbula, alguna de las cuales podría corresponder al colmillo de otro Tiranosaurio Rex sufrida durante una pelea.
“Pero la herida verdaderamente grave sufrida a lo largo de su vida, no fueron las costillas rotas, sino una vértebra en su nuca, que se rompió” y dos vértebras se unieron entre sí. A pesar de eso, “siguió viviendo siendo el mayor depredador con su nuca rota. Era un animal duro”, cuenta Hyslop, que confiesa que se desconoce la causa de su muerte, que sitúa en el cauce de un río.
Según el Instituto Black Hills, Stan es el segundo Tranosaurio Rex del mundo por el número de huesos hallados
Una réplica que ha dado la vuelta al mundo
Aunque se desconoce qué institución, centro o millonario acabará adquiriendo a Stan, las réplicas de su esqueleto se encuentran ya en decenas de lugares en todas las partes del mundo.
Desde el Museo de Historia Natural de Washington hasta el Museo Nacional de Ciencia Natural de Japón, pasando por instituciones museísticas en Manchester (Reino Unido), Oslo (Noruega), Taguig (Filipinas) o Teruel (España) entre muchísimas otras se han hecho con partes o el cuerpo completo de este dinosaurio cuyo peso, según los científicos, pudo rondar en vida entre las 7 y las 8 toneladas (dos veces el peso de un elefante actual).
Y es que en su página web, el Instituto Black Hills todavía ofrece la oportunidad de comprar una copia completa del esqueleto, elaborado en uretano y que puede ser dispuesta en la postura deseada por el comprador siempre que esta sea “natural y anatómicamente posible”.
Su precio, 100.000 dólares, muy por debajo de los en torno a entre 6 y 8 millones que desde Christie’s esperan que alcance el original, pero quizá todavía un poco fuera de presupuesto para quien quiera poner en su vida a “la máquina de matar definitiva, el dinosaurio más grande y malo que conocemos”, al “tirano rey lagarto”.