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Hablar de Hillary Clinton es más de lo mismo, un voto a su favor será un voto gatopardista o el cambio para no cambiar nada. Por lo tanto, hacerlo es perder el tiempo.
En tanto, su oponente, Donald Trump, a pesar de ser una especie de anticristo con todos los defectos expuestos, y sin embargo ese bagaje de defectos es un condimento para ganar las elecciones del país más poderoso del mundo.
Trump es un demagogo racista, bravucón, machista y hasta le podrían agregar los 7 pecados capitales, pero todos estos defectos lo convierten en un profeta para millones de personas. Ese grupo humano descontento y frustrado ve en Trump a un mesías salvador y ese grupo es un votante seguro.
Mientras los demócratas tratan de remover el avispero latino, la prensa habla pestes de Trump, sin embargo, él insiste en una frase nacionalista que cautiva a una buena parte de fanáticos norteamericanos: “América es un gran país, con grandes posibilidades, y vamos a volver a ser el país que queremos, con empleo para nuestra gente y un futuro mejor, reemplazando en el gobierno a esa clase dirigente que se ha olvidado de los norteamericanos”.
Su discurso racista entusiasma a sus fanáticos seguidores que irán, sin duda, a las elecciones decididos a votarlo, en tanto que el resto de los electores estará marcado por la desidia y el desgano y, por lo tanto, buena parte de ellos no votará.
Por eso Trump podrá ganar, a pesar de todas las encuestas, a pesar de la publicidad en su contra de la mayoría de los medios y a pesar de haber perdido en dos de los tres debates presidenciales.
Juan José Migliori