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Resulta que tengo una amiga legítima en Facebook, de 72 años, cuyo cumpleaños es en abril. Pero ayer la red social me alerta que su cumpleaños es el 23 de febrero. Busqué la cuenta y resulta que la de cumpleaños nació en 1998, usa el mismo nombre de mi amiga, está entre mis contactos pero nunca tuvo una foto. Recuerdo que acepté su pedido de amistad hará como dos o tres años, porque pensé que se trataba de otra cuenta de mi amiga.
Este perfil que lleva el nombre de mi amiga comparte algunas fotos y posteos clonados de los de la cuenta real de mi amiga. Pero en dos o tres años este perfil ficticio nunca puso una foto de su cara, ni fotos nuevas, ni posteos nuevos… sencillamente se quedó calladiiiiiita en mi Facebook leyendo –y, presumo, guardando– todo lo que yo posteo… y siguiendo mis pasos.
«¿Y qué tiene, si todo lo que yo escribo es público?», pensé. Sí, pero la Constitución hasta ahora no permite como evidencia en contra de uno lo que se saca sin orden judicial de las redes… salvo que el afectado voluntariamente lo «comparta» con la persona que divulga el material. ¿Me explico?
Es lo que les hicieron a Desirée Masi y Robert Acevedo… y es muy probable que lo estén haciendo de rutina con toda la ciudadanía. Nunca van a faltar quienes se presten a ser pyrague.
Especulo que si se investiga la identidad de este perfil clonado la encontraremos recibiendo un sueldo de alguna función pública.
Moraleja: verifiquen sus amistades; no acepten cualquier pedido de amistad sin antes verificar bien de quién se trata y atiendan bien cuando Facebook les recomiende alguna persona, porque entre esos también hay muchos clones. Ya me percaté de que existen varios circulando en las redes.
Olivia González