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Dado que el equipo de fútbol nacional no logró ubicarse en el podio de la Copa América 2015 llevada cabo en Chile, bueno hubiese sido que Paraguay, a través del Presidente de la Conmebol, el paraguayo Juan Ángel Napout, tuviese un representante honrando con su presencia el acto de clausura, haciendo entrega de trofeos a los tres países galardonados.
Arrinconado por resultados de la investigación fiscal estadounidense que le relacionan con una rosca coimera, Napout ha desaparecido de su ambiente de rutina, mientras el FBI enlaza el círculo en torno a la figura del ex titular de la APF y de otros directivos del fútbol sudamericano acusados de corruptos.
La fiscalía de Estados Unidos, basada en investigaciones del FBI, compromete la responsabilidad del expresidente de la Asociación Paraguaya de Fútbol, Juan Ángel Napout, en el cobro de coimas de autoridades de la Conmebol por otorgar derechos comerciales de los tres próximos campeonatos de Copa América, incluido el actual que se disputo en Chile.
Mientras eso ocurre, a nivel nacional, nuestros clubes de fútbol están cada día más dependientes de algún ricachón de turno dispuesto a financiarlos y realizar los lucrativos y millonarios negocios vinculados a este deporte. Cuando estos dejan de existir o se cansan, entregan la posta a sus descendientes, para que sigan manejando el autóctono deporte rey.
Lamentablemente, nuestro país está nuevamente involucrado, gracias a uno de sus “emblemáticos y dignos ciudadanos” en un escándalo de corrupción, esta vez de proporciones internacionales. Ojalá que los paraguayos de mi generación podamos apreciar en un futuro cercano a insignes conciudadanos, aplaudidos en el mundo entero sin nada vergonzoso que ocultar.
Aníbal Reinaldo Pangrazio