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Una vez más nuestras autoridades anteponen “amiguismo” en detrimento de la meritocracia de la que tanto se llenó la boca este gobierno iba a defender. Lo más ridículo es poner a un ingeniero agrónomo al frente de nada más y nada menos que el Ministerio de Educación. Y después nos preguntamos por qué estamos mal en Educación. ¡Hasta cuándo, por Dios!
Sonia Paredes