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Soy una usuaria habitual del transporte público y quiero llamar la atención sobre una situación que se da a bordo de los colectivos. No comprendo por qué los choferes aún permiten que suban los famoso vendedores, y peor aún, los mendigos, cada uno con una historia más trágica que la otra.
Algunos de ellos son muy agresivos y tienen claros problemas mentales o de adicciones. En particular hay una mujer que ni siquiera puede articular palabras y que te da besos o bien te pega, según su humor y según se le dé o no dinero. No hay derecho a que nos expongan a esto. Más que nada la suelo ver en la Línea 23. Creo que todos quienes viajan en colectivo la conocerán y, por supuesto, los choferes sabrán de quién hablo.
¿No podrían los dueños de las empresas disponer que esta clase de personas ya no suba a los colectivos? Realmente es muy molesto tener que pasar por estos malos momentos y sentir miedo, cuando hemos pagado un pasaje para llegar sanos y salvos a nuestro destino.
Por otro lado, hay muchos mendigos con historias atroces, que pueden ser reales o no, pero lo cierto es que la mayoría termina su pequeño discurso lastimero con la frase: “Yo no quiero robar, o tener que matar, por eso hago esto”. ¿Si eso no es una amenaza qué es?
Los empresarios del transporte nos exponen al peligro al hacer que subamos al colectivo con gente así. Deberían prohibirlo terminantemente.
Andrea Acosta