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Es indudable que una lección de olvidada moralidad y entereza es la que nos ha dado, a todos los paraguayos, los estudiantes de la principal universidad del país, a la usanza de los estudiantes que un 23 de octubre de 1931, pusieron sus pechos y dieron su sangre ante el inminente peligro que se cernía sobre el Paraguay. Esa estirpe de lucha, siendo “sus pechos la muralla”, salió a relucir de los recónditos lugares en que estuvieron bien guardados pero nunca claudicados.
La juventud sana, a la luz del grosero, extremo y vergonzoso despilfarro con el dinero del contribuyente, que de antaño, se realiza desde la UNA, por parte de mimetizados, mediocres y politizados personajes de baja ralea, que conforman el Rectorado, los decanatos, el profesorado sometido y “aprovechado”, así como los centros de estudiantes y representantes estudiantiles expoliadores, sometedores, chantajeadores y acosadores (Como un representante (?) estudiantil en el Rectorado, quien fuera acusado públicamente por una madre), han reaccionado con firmeza, y claras ideas, sobre la necesidad de profundo saneamiento de la UNA.
Esto es un enjuague de una estructura articulada para robar dinero del pueblo, a través de nombramientos de profesores sin el perfil requerido; así como a parientes, amantes, choferes, locutores, parvularias, cuidadores de caballos, que comienza en el diseño de los presupuestos de cada facultad y del Rectorado, que reciben recursos en contubernio con parlamentarios (inflan el presupuesto del Poder Ejecutivo) para estos saqueadores también saquen beneficios, directos o indirectos, colocando politiqueros y seccionaleros para engullir recursos del pueblo, mientras la educación (base del futuro del país) va en franco deterioro.
Por si la maquiavélica trama fuera de poca monta, es vox pópuli que a todo esto se suman los funcionarios del Ministerio de Hacienda, área de presupuesto, quienes “se benefician” por liberar recursos, lo cual no deja rastros documentales. Tanto mayor el presupuesto.
Se vuelve necesaria la modificación del estatuto vigente y de los reglamentos de las facultades, herramientas que bajo la excusa de la “autonomía” dejaron la puerta abierta para que estos delincuentes hagan sus trapisondas.
No es posible que un decano tenga a toda su parentela extendida lo más posible en los grados de consanguinidad y afinidad, como su osadía les permitía, para llegar a los límites más deleznables de la perversión y de las irregularidades. Esto no debería terminar en el oparei con la simple renuncia de los decanos y sus vices. Se aplaude la decisión de la Fiscalía General del Estado, de nombrar a dos fiscales por cada facultad, para el seguimiento de la investigación. Figuras delictuales como mal desempeño, hurto agravado, lesión de confianza, enriquecimiento ilícito no deben ser obviados por los intervinientes, quienes solo resaltan, hasta ahora, el nepotismo.
Si se acusa por tales delitos, los “conocidos abogansters” (La ciudadanía los conoce), quienes siempre están como cuervos en busca de las carroñas más indeseables, apenas se desatan escándalos como lo que nos ocupa, tendrán menos chicanas a su favor.
Esto es una nueva primavera, una nueva independencia, un nuevo grito de libertad, que debiera terminar con los huesos de los delincuentes (Se encuentran muuuuchos entre los consejos directivos que quedaron) en la universidad del ka’irãi, acompañados de los ladrones de galletas y otros parlamentarios (antihéroes colegas de los amigos de Alí Babá) que tienen a muchos de sus familiares y a operadores políticos sin perfiles adecuados y sin más que su descarada angurria, como es de público conocimiento.
Viva el Paraguay. Sobran buenos paraguayos que luchan cada día por una vida digna.
Luis Amado Alarcón González