La diferencia entre Obama y HC

El último 15 de mayo, Obama felicitó al pueblo paraguayo por el aniversario de su Independencia, a través de un mensaje remitido al Presidente de la República.

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En junio, también del año pasado, Huli Pui, una inmigrante indonesia que vive en Queens, publicó en su cuenta de Facebook la sonriente cara de su hijo de siete años, posando con la carta que había recibido del Presidente de los Estados Unidos, como contestación a la carta que el niño le había enviado.

¿Hay alguien que crea que Barack Obama se sentó a escribir la carta para Horacio Cartes o la carta para el hijo de Huli?

Por supuesto que no.

Tanto en sus campañas electorales como en su gestión de gobierno, Obama contó con un nutrido equipo de especialistas en comunicación online y offline que diseñó y ejecutó una clara estrategia que ayudó a fortalecer su imagen, no solo en Estados Unidos, sino en todo el mundo.

En el Paraguay, todavía estamos a años luz de que el quehacer político se deje ayudar por la ciencia. Muchos gobernantes –por no decir todos– acostumbran a rellenar los gabinetes de comunicación con hurreros, sobrinos, amantes…, que nada saben de comunicación política.

Obama no escribe sus discursos; se los escribe un speechwriter, y nadie se lleva las manos a la cabeza por ello. El trabajo de un logógrafo supone un enorme compromiso, para que el político de turno no caiga en el ridículo de decir barbaridades como “usen y abusen del Paraguay”.

La imagen de un político se gana o se pierde con cada gesto, con cada frase. El resultado de no contar con los profesionales adecuados para cada labor comunicativa está a la vista, con el ejemplo de la paupérrima imagen del presidente Horacio Cartes.

Porque no basta con ser un buen político; también hay que conseguir parecerlo.

Nilsa Maíz, politóloga

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