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La inclusión supone contener o englobar a algo o alguien dentro de otra cosa, espacio o circunstancia específica. Incluir es entonces el acto de contener a algo o alguien. Este concepto se utiliza en relación con situaciones o circunstancias sociales en las cuales se introducen o se dejan afuera de ciertos beneficios sociales a grupos de personas bien caracterizadas (discapacitados, mujeres, indigentes, indígenas, homosexuales, negros, ancianos, gordos, etc.), y se denomina inclusión social.
La inclusión digital es la democratización del acceso a las tecnologías de la información y la comunicación para permitir la inserción de todos en la sociedad de la información. La brecha digital es la distancia en el acceso, uso y apropiación de las tecnologías tanto a nivel geográfico, a nivel socioeconómico y en las dimensiones de género, en articulación con otras desigualdades culturales. La inclusión digital que es parte de la inclusión social, es fundamental ya que un incluido digital no es aquel que solamente usa el nuevo lenguaje para intercambiar correos electrónicos, sino el que usufructúa este soporte para mejorar sus condiciones de vida.
Para que se produzca la inclusión digital, se precisa de tres instrumentos básicos, que son: el computador, acceso a la red y el dominio de esas herramientas. No basta que las personas tengan un simple computador conectado a Internet para considerar esto un incluido digitalmente, se precisa saber qué hacer con estas tecnologías.
La inclusión digital es uno de los grandes objetivos compartidos por diversos gobiernos alrededor del mundo para lograr el bien común en una sociedad del conocimiento, mediante la inserción de las mayorías populares. El concepto de sociedad de la información o del conocimiento hace referencia a la sociedad que crece y se desarrolla alrededor de la información y aporta un florecimiento general de la creatividad intelectual humana, en lugar de un aumento del consumo natural.
Bolivia, nuestro vecino gobernado por “un indígena cocalero”, declaró las telecomunicaciones como un derecho fundamental e Internet un servicio básico, llamando a licitación de empresas especializadas las frecuencias para la tecnología de última generación. Desde hace casi un año dos empresas ofrecen Internet de alta velocidad (4G) de la última generación en esta materia.
En Argentina, gobernada por una “yegua coqueta y lenguaraz”, a partir de 2010 ha comenzando a implementarse el plan Conectar Igualdad, proyecto que pretende incluir la alfabetización digital en los niveles primario y secundario de la educación pública. Para ello se ha distribuido gratuitamente cerca de 3 millones de netbooks a alumnos y docentes, con el objetivo de disminuir la brecha digital y alcanzar una mayor democratización del acceso a la tecnología.
Me pregunto como muchos, ¿cómo estará el tema de la inclusión digital en nuestro país? ¿Será que sin que hayamos logrado hasta el presente sustantivos cambios en materia de inclusión social, la cuestión haya provocado el interés de nuestros “ilustrados legisladores”?
Aníbal Reinaldo Pangrazio