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No me voy a referir a la injusticia ni a la irracionalidad del proyecto que aprobaron legisladores antropoides (parecen humanos): voy a decir algo breve de los empleados de la cámara de diputados, de los que manifestaron su contento por el más dinero que esperan recibir.
Me cuesta decirlo porque es una calificación muy peyorativa, es muy humillante; diré de ellos que son gentuza, personas de ínfima calidad, despreciables por sus actitudes, por su conducta, por el aspecto que presentan.
Choca, sorprende y disgusta ver personas bien nutridas mostrando hambre infinita, apetito insaciable, de ese que podría llevar a la prostitución, a las mayores venalidades para gozar de algo.
Pobres esos empleados de la cámara de diputados: entre ellos hay madres y padres, y jóvenes con una vida por delante. Con qué cara mirarán a sus hijos, a sus padres, a sus familiares que llevan el mismo apellido. Repugnan.
Carlos J. Ardissone Valdés