Formación profesional vs. bonitos pechos

Hace unos días conversé con mi mamá.

Este artículo tiene 10 años de antigüedad

Muy emocionada le contaba de mis ganas de hacer un máster y seguir formándome. Analizado juntas el alto costo que traería aparejada tan anhelada formación (más de 20 millones) el sacrificio (pues con un salario mínimo hay que hacer magia para estudiar) y el tiempo invertido para ello, hizo una pausa y me preguntó: ¿Será que todo ese esfuerzo será reconocido y ese dinero invertido será compensado? ¿Vale la pena? Fueron sus preguntas. Le dije que sí, sin dudar. Le dije que sí, creyendo en un país mejor. Le dije que sí, confiando en que algún día las cosas serían distintas y que la preparación y el esfuerzo serían valorados por el Estado como herramientas esenciales de cambio social, político y económico.

Pero hoy me embargan la decepción y el desánimo. La medalla de oro, los reconocimientos y diplomas son tirados a la basura y sustituidos por cuerpos esculturales, sin ninguna formación, en detrimento y perjuicio de aquellos quienes se esfuerzan por salir adelante y buscan hacer del Paraguay un país mejor a través de la formación.

A pesar de todo, sigo creyendo. Creo en vos y en mí, y en el poder del pueblo para cambiar cualquier circunstancia. Dejemos de vivir de la utopía y actuemos. El cambio está ahí, a la vuelta de la esquina, pero depende de nosotros hacerlo llegar a destino.

Elvira Noemí Barreto Uronicz

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