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No es el sistema económico mundial en sí lo que destruye y desequilibra al mismo, es la conducta inmoral en dicha actividad humana lo que descompone totalmente a la economía de los países. No en balde René Descartes dijo: Pienso, luego existo. Agregaría... y después acciono y ejecuto, porque antes de realizar un acto de cualquier naturaleza que sea inexorablemente el hombre piensa, pues todo lo bueno y lo malo que haga se origina en el alma y en el corazón. Esto es irrefutable, pudiendo concretarse que las crisis económicas y financieras imperantes en casi todos los pueblos del mundo se deben nada más y nada menos que a las transgresiones de las eternas leyes de la moral cristiana, ocasionadas por el propio hombre, lo que se origina desde luego irremediablemente en su mundo interior, debido principalmente a una ambición desmedida, enfermiza y a un exagerado amor al dinero.
La solución de estos graves problemas que aquejan a la mayoría de los países no se conseguirá con el cambio permanente y constante de hombres que ocupen cargos públicos en los gobiernos de los pueblos; basta con una transformación espiritual a través de la mente y retomar así la concepción espiritualista cristiana de la vida, que dará origen al orden, la honestidad y un equilibrio general en todo sentido.
Alberto Carlés López