Gracias a una estrategia de extorsiones, rescates de secuestros y otras actividades criminales, a las que se suman las donaciones de ricos patrocinadores del Golfo, el grupo cuenta con unas reservas económicas que son la envidia de cualquier grupo insurgente en el mundo.
La reciente conquista de Mosul, la segunda mayor ciudad de Irak, no ha hecho más que consolidar esas saneadas finanzas.
“Fue un día muy fructífero”, dice Toby Dodge, responsable del departamento para Oriente Medio del London School of Economics, en relación al importante botín que supuso la captura de Mosul.
Desde el 9 de junio, los yihadistas del EIIL no sólo han conquistado la mayor parte de la provincia de Nínive, de la que Mosul es capital, sino partes de Kirkuk, Saladino y Diyala, y recientemente ampliaron sus posesiones en la provincia occidental de Al Anbar.
Además de hacerse con las armas y vehículos que han abandonado los soldados iraquíes en su fuga ante la llegada de los rebeldes, se estima que en las arcas de los bancos de Mosul había cerca de 400 millones de dólares en metálico, explicó a la AFP el responsable provincial del consejo de Nínive, Bashar Kiki.
En un documento de 16 puntos divulgado por el EIIL en vísperas de la toma, los yihadistas anunciaron que todo el dinero en manos del “gobierno Safavid”, una referencia peyorativa al ejecutivo del primer ministro iraquí Nuri al Maliki, sería requisado para “satisfacer los intereses de los musulmanes”.
El EIIL ya había conseguido un importante colchón financiero en Mosul antes de conquistar la ciudad. Según varias fuentes, el EIIL recaudaba hasta 12 millones de dólares mensuales por extorsiones, rescates y corrupción en Mosul, una ciudad con unos 2 millones de habitantes antes de ser conquistada.
Gracias al éxito obtenido en la vecina Siria, donde opera también, ya se había apropiado del dinero por la venta de petróleo en el mercado negro.
“El EIIL tiene una larga historia de conseguir dinero con negocios criminales”, dice Matthew Levitt, un antiguo funcionario de inteligencia del departamento del Tesoro estadounidense, el brazo del gobierno estadounidense encargado de cortar los fondos a los grupos insurgentes.
Su capacidad para recaudar fondos directamente, sin tener que depender totalmente de los ricos donantes privados del Golfo, genera problemas a los responsables de cortar el grifo de la financiación del EIIL.
Los gobiernos cuentan con algunas herramientas para restringir la posibilidad de que los militantes recaben dinero y frenar las transacciones transfronterizas.
El departamento del Tesoro hace tiempo que advierte que aunque los canales tradiciones para recabar fondos por los grupos rebeldes siguen siendo esenciales, cada vez más grupos recaudan fondos en las áreas donde operan y los mantienen en las mismas.
“Muchos de estos grupos generan capital localmente, a menudo en áreas sujetas a poco o nulo control gubernamental”, recordó el vicesecretario del Tesoro para terrorismo e inteligencia financiera David Cohen en abril. “Sin necesidad de mover dinero, los terroristas pueden evitar los controles internacionales y de esta forma, limitar la capacidad de los gobiernos rastrear e impedir el movimiento de capitales”.
En el caso de EIIL, su riqueza le permite comprar armas municiones y vehículos, lo que no hace más que reforzar su capacidad armada.
En Mosul, el grupo también puede generar ingresos a través de impuestos “legítimos”, ventas de inmuebles y otras vías, consolidando su viabilidad a largo plazo.
“EILL ya era una rica organización antes de capturar Mosul”, dice Charles Lister, profesor visitante de Brookings Doha Center.
“Pero con las importantes ganancias en material adquiridas recientemente, así como el control territorial en varias zonas del país, el grupo se ha garantizado su viabilidad financiera a largo plazo”, asegura.