Virgen María se convirtió en un símbolo de paz

NAGASAKI. Cuando la bomba atómica estadounidense "Fat Boy" destruyó Nagasaki hace 65 años, uno de los edificios quemados fue la catedral Urakami, pero la cabeza de la estatua de madera de la Virgen María que poseía resistió a la deflagración.

Los japoneses católicos calificaron  como un milagro.
  
La onda expansiva ardiente de la deflagración que devastó la ciudad el 9 de  agosto, dejando más de 70.000 muertos, pulverizó las vidrieras y los muros del  edificio, carbonizó el altar y fundió la campana.
 
Pero la cabeza de la estatua de madera de la Virgen María sobrevivió a esa  hoguera, y fue encontrada entre la columnas derrumbadas y los restos de la  iglesia romana.
  
El ícono conservó el estigma de la guerra: los ojos se quemaron, dejando  las cuencas negras, la mejilla derecha ennegrecida y una fisura que corre a lo  largo del rostro como una lágrima.
 
"Cuando la volví a ver por primera vez, pensé que la Virgen estaba  llorando" , confió Shigemi Fukahori, un parroquiano de 79 años que conocía bien  la estatua antes de la explosión.
  
"Era como si nos advirtiese contra los horrores de la guerra  sacrificándose", agregó con una mirada hacia la estatua cargada de emoción. "Es  un símbolo importante de paz que debe preservarse siempre", añadió.
 
La estatua mutilada está hoy expuesta en la nueva iglesia reconstruida en  el mismo lugar, a sólo 500 metros del punto central sobre el que estalló la  bomba de plutonio.
  
Pero la reliquia hizo viajes a través del mundo como símbolo de paz. En  mayo estaba en Nueva York en donde se celebró la conferencia de la ONU sobre el  desarme nuclear y fue expuesta para un oficio religioso en la catedral  Saint-Patrick de la ciudad.
  
En el camino, los responsables religiosos de Nagasaki presentaron la  estatua en el Vaticano, en donde fue bendecida por el papa Benedicto XVI, así  como en una ceremonia en Guernica (España), en memoria de la víctimas de los  bombardeos de la aviación alemana en 1937 durante la Guerra Civil Española.
  
"Viajamos por todos lados con la estatua, con la esperanza de que la Virgen  María pueda actuar por la paz", declaró a la  AFP Monseñor Joseph Mitsuaki  Takami, arzobispo de Nagasaki.
 
"Existen múltiples maneras de llamar por la paz —por fotos, películas o  relatos sobre el horror de la guerra— pero la Virgen atomizada parece tener un  poder diferente", dijo.
  
Cuando cayó la bomba atómica sobre Nagasaki, vivía en esa ciudad la  comunidad cristiana más importante de Japón. Unos 8.500 de sus miembros  murieron por la explosión o por las radiaciones y quemaduras.
  
Cuando algunos sobrevivientes intentan ver esa tragedia como una prueba impuesta por Dios, sus sufrimientos están profundamente anclados en las  memorias.
  
"Estaba muy triste como para llorar, ya que era simplemente inhumano",  confió Fukahori, que se encontraba en el interior de una fábrica cuando la nube  atómica se levantó sobre la ciudad.
  
"Muchos sobrevivientes aun sufren de efectos secundarios de las  radiaciones" , agregó.
  
Numerosos estadounidenses están convencidos de que los ataques nucleares de  Hiroshima y Nagasaki eran necesarios para poner fin a la guerra y evitar un  desembarco mortífero, pero Takami no está de acuerdo con esta explicación.
  
"Japón mató a millones de personas en Asia, pero ello no significa que el  bombardeo con bombas atómicas sea justificado", indicó. "La simple posesión de  armas nucleares es un pecado", concluyó.
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