Sacudida por las dos explosiones que convirtieron en tragedia lo que debió haber sido una fiesta popular, la capital del estado de Massachusetts (noreste de Estados Unidos) vivió su luto en medio de una seguridad reforzada en sus principales lugares públicos, como la estación central o el parque Boston Common.
Los habitantes de la ciudad y los corredores de la prueba que se acercaban al vallado colocado por la policía cerca del lugar donde se produjo el doble atentado no podían ocultar su emoción ni su incomprensión ante lo ocurrido, constató la AFP .
“Me voy mañana pero vine para reflexionar un poco de lo que pasó ayer, más que el maratón. ¿Cómo es posible que haya personas que se presten para este tipo de actos en donde todos los que corremos y los espectadores somos inocentes?” , se preguntó Eduardo Rosales, un venezolano de 38 años oriundo de Caracas que participó de la carrera.
“Un maratón es una fiesta tanto para nosotros los corredores como para la ciudad. Tengo mi medalla acá en mi bolsillo pero no la tengo puesta porque realmente no veo motivos para celebrar” , agregó en declaraciones a la AFP este hombre que vestía la campera oficial de la prueba.
Rosales contó que estaba cerca del lugar donde se produjeron las dos explosiones en la línea de llegada, pero que pudo regresar sin mayores problemas a su hotel, a pesar del miedo a que estallara otra bomba.
“Tenía miedo de por donde yo pasara pudiera haber otro atentado. Sin embargo me movilicé rápido y pude llegar al hotel donde estaba” , indicó.
El venezolano, que registró el lunes el mejor tiempo de su vida en éste su undécimo maratón, aseguró que pese a lo vivido quiere regresar el año próximo a esta ciudad: “Yo vuelvo a Boston y sigo corriendo maratones” , dijo sin dudar.
Maira Caban, una hondureña de 48 años que vive desde hace 20 en la ciudad, dejó junto al vallado un ramo de flores y una tarjeta con Mickey Mouse en homenaje al pequeño Martin Richard, de apenas ocho años y una de las víctimas fatales del atentado.
“Estoy aquí por el dolor que tenemos en la ciudad de Boston por todo lo que ha pasado. Estamos de luto. Es un dolor bien grande” , señaló a la AFP .
Aunque vive cerca del lugar que marca la llegada del maratón, Caban no se acercó a observar la carrera porque dijo haber tenido “un presentimiento": “Me sentía mal y no quise venir a ver. Sentía una cosa fea en mi alma, en mi corazón” , contó, sin dar detalles.
“Es una cosa tan grande, que atrae tantas personas y uno está pendiente de lo que va a pasar porque se hace anualmente. Estamos de luto no solo en Boston sino en todo el mundo” , continuó esta mujer casada y madre de dos hijos.
Por la noche se celebraron una decena de vigilias en distintas partes de la ciudad.
En el barrio de Dorchester, en los suburbios de Boston, más de mil personas se congregaron para rendir tributo al pequeño Martin Richard, cuya hermana de seis años Janey sufrió la amputación de una pierna y su madre Denise fue víctima de una grave lesión cerebral por las explosiones.
De su lado, unas 700 personas se dieron cita en la histórica iglesia Arlington Street, cerca del lugar del atentado y donde se adoptó la Constitución estadounidense en 1788.
“Hoy nos reunimos aquí con el corazón destrozado y enojados” , dijo la reverenda Kim Crawford Harvie.
“Pero el amor es más grande que la ira. El amor es más grande que el miedo. El amor triunfa” , agregó durante el servicio que comenzó con una interpretación de la canción “Imagine” de John Lennon.
Poco antes, un grupo de cantantes celebró la primera vigilia del día en el parque Boston Common cantando a capella clásicos como “Let it be” , de The Beatles, o “You’ll never walk alone” ante unas 250 personas, en su mayoría jóvenes.
“Mirando las noticias, pensé en qué podía hacer personalmente. Fue muy duro. Entonces decidí invitar a todos los cantantes que conozco” , explicó Lori L’Italien, de 31 años, organizadora del encuentro.
“No tenemos recursos para ayudar de manera financiera, pero tenemos nuestras voces” , aseguró la joven que no pudo contener las lágrimas al final del recital.