En el informe final, fruto de una serie de visitas apostólicas realizadas entre 2009 y 20012, la jerarquía de la Iglesia evita enfrentamientos y controversias con las religiosas feministas, sobre todo en cuanto a temas como contracepción, aborto y eutanasia. Con tono positivo y abierto, el informe de la congregación para la Vida Consagrada, firmado por el cardenal Joao Braz de Aviz y el arzobispo Josè Rodríguez Carballo, propone a las religiosas rebeldes que realicen su propia “autoevaluación”, una suerte de autocrítica, para lograr una “mayor harmonía con la enseñanza católica sobre Dios y la creación”, recalca el texto.
El Vaticano les pide también que revisen sus programas de formación, para garantizar una “sólida” preparación “teológica, cultural e humana”, sin fomentar el “autoritarismo” ni “la sumisión ciega”. El documento, lleno de palabras como “perdón” y “diálogo”, insta a las religiosas a respetar la diferencia entre la vocación religiosa y la vida de laica consagrada y recuerda la importancia de llevar el hábito.
Durante una conferencia de prensa, la directora de la visita, sor Mary Clare Millea, y dos representantes de las religiosas estadounidenses, una de la Conferencia de Dirección de Mujeres Religiosas (LCWR, por sus siglas en inglés), sor Sharon Holland y sor Agnes Mary Donovan (Cmswr, menos liberal) calificaron el informe de “realista”, abierto al deseo de “escuchar” al otro.
“No se trata de reproches ni de recomendaciones simples. Es un informe realista y valiente. Se entienden los desafíos. Retoma las palabras del papa Francisco sobre la necesidad de una mayor presencia femenina dentro de la Iglesia”, comentó Holland, presidente de la rebelde LCWR, entidad que representa al 80% de las religiosas católicas de Estados Unidos,unas 57.000 monjas.
En 2012, la Congregación para la Doctrina de la Fe, a pedido del entonces papa Benedicto XVI, ordenó una reforma de la organización. El Vaticano le reprochaba a la organización de monjas el hecho de que no defiendan el derecho a la vida desde su concepción hasta su muerte natural y consideraba que sus posiciones de corte feminista y “radical” eran “incompatibles” con las enseñanzas de la Iglesia.