La decisión se adoptó durante la reunión anual del Comité Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio de la Unesco, que se celebra en Addis Abeba.
La Unesco acordó proteger esta tradición cultural alcohólica, que involucra a quienes producen, disfrutan y promueven la producción artesana de esta bebida.
Los expertos reunidos en la capital de Etiopía han valorado la extrema diversidad del arte cervecero en Bélgica, así como la intensidad con la que es consumida e integrada en la vida diaria y festiva de sus habitantes.
Bélgica cuenta con casi 200 fábricas de cerveza que producen 1.500 tipos distintos de esta bebida hecha con cebada fermentada, agua y lúpulo, muchas de ellas artesanales o cervezas especiales.
En este país europeo, la cerveza se somete hasta a cuatro procesos distintos de fermentación: la espontánea, empleada en la cerveza “lambic” (única en Europa) ; la alta o “ale”; la mixta, propia de las cervezas “tostadas”; y la “baja” o “lager”, utilizada en la modalidad “pilsner”.
La declaración subraya que la tradición cervecera de los belgas, pese a sus variantes y preferencias locales, refuerza su identidad como comunidad, ya que se practica en todo el país.
En cada provincia hay fábricas, clubes, museos (cerca de 30 en toda Bélgica) , cursos, formación, eventos, festivales y restaurantes dedicados al este elemento líquido. Hoy, la supervivencia de la tradición cervecera está a salvo gracias al conocimiento trasmitido por sus productores, que van desde pequeñas familias hasta comunidades de monjes trapenses y grandes empresas, subrayó la Unesco en su informe sobre esta elemento cultural.
Pero hubo un tiempo, tras las dos guerras mundiales, en que la cerveza belga estuvo en peligro: la grave crisis económica y la desaparición de las fábricas a gran escala confinaron a esta bebida a un consumo marginal y poco apreciado.
Desde 1975, la cerveza ha renacido gracias a movimientos reivindicativos de esta festiva costumbre, al conocimiento artesano trasmitido durante generaciones, al aumento de consumidores y a los elogios de expertos extranjeros. Además de bebérsela, los belgas también utilizan la cerveza para cocinar, elaborar quesos lavados y acompañar determinados alimentos.
“El elemento es accesible a todo el mundo, hombres y mujeres, y no se impone a nadie”, es otra de las razones apuntadas para proteger a la cerveza belga.
El Comité que ha aprobado elevar esta bebida a la categoría de bien cultural está formado por representantes de 24 Estados partes en la Convención de la Unesco para la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial.