Los autores del informe precisan que el proceso de deterioro que condujo a que se soltara una de las piezas que une los rieles duró meses y afectaba al conjunto de la vía en cuestión.
El documento, según adelantan los medios franceses, apunta que en esa vía se habían detectado más de 200 anomalías, y que otros puntos del tramo registraban el mismo nivel de degradación que la zona en la que se produjo el descarrilamiento.
“La mayor parte de esas anomalías eran conocidas por parte de la SNCF (Sociedad Nacional de Ferrocarriles) o de sus agentes sin que se hiciera nada para remediarlo de forma adecuada”, critica el texto, que pone en cuestión todo el plan de mantenimiento del sistema ferroviario.
El descarrilamiento se produjo después de que una eclisa se soltara cuando el tren que unía París con Limoges el 12 de julio del año pasado atravesaba la estación de Bretigny sur Orge, a una treintena de kilómetros al sur de la capital.
La SNCF y el gestor de redes RFF se han defendido de las acusaciones con un comunicado en el que invitan a no sacar de contexto los extractos publicados en la prensa, y recordaron que, desde el momento del accidente, pusieron en marcha un sistema de control del sistema “sin precedentes”.
El secretario de Estado de Transporte, Frédéric Cuvillier, admitió hoy que el estado de la red ferroviaria se encuentra “extremadamente degradado”, pero pidió esperar a las conclusiones de la justicia en lugar de achacar responsabilidades premeditadas.