El presidente ucraniano, Petró Poroshenko, visitó la planta atómica, situada a 120 kilómetros de Kiev, donde depositó una ofrenda floral ante el monumento a las víctimas del accidente y se dirigió a los trabajadores que llevan a cabo el programa de desmantelamiento de la instalación y construyen el nuevo sarcófago.
“Chernóbil es la mayor catástrofe nuclear provocada por el hombre. Estamos aquí para hacer todo lo posible por evitar que se repita algo similar”, declaró Poroshenko ante la gran cantera donde se está terminando el enorme arco que cubrirá el reactor número 4 siniestrado.
La explosión de aquel reactor en la madrugada del 26 de abril de 1986, que diseminó a la atmósfera 50 millones de curies en los días posteriores, obligó a evacuar a 135.000 personas de las ciudades y pueblos cercanos a la central, la llamada “ zona de exclusión ” .
“Es difícil de asumir, pero en una zona de 10 kilómetros (alrededor de la central) nunca podrá volver a vivir gente”, afirmó Poroshenko.
Dentro de ese área se encuentra la ciudad de Pripiat, a solo tres kilómetros de la planta, que contaba con 50.000 habitantes -trabajadores de la central y sus familias- que fueron evacuados un día después dejando atrás toda su vida y sus propiedades. Sin embargo, en la ciudad de Chernóbil, a 20 kilómetros de la instalación atómica, ya viven unas 3.000 personas que han ido regresando los últimos años y trabajan en funciones administrativas relacionadas con la zona.
Poroshenko asistió a la firma por parte de Suma Chakrabarti, el presidente del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD), de un acuerdo por el que la institución concede 40 millones de euros para construir un almacén para el combustible nuclear de Chernóbil.
La construcción de ese almacén es uno de los grandes proyectos relacionados con el desmantelamiento final de la planta de Chernóbil y el cese de la explotación. De acuerdo al director general de la central atómica, Igor Gramotkin, el tercer bloque de la planta prácticamente ya no tiene el estatus de “instalación atómica” tras ser retirado el combustible nuclear, y en los próximos meses ocurrirá lo mismo con los bloques 1 y 2.
Poroshenko expresó su agradecimiento a la comunidad internacional por su contribución en estos proyectos, incluido el de la construcción del nuevo sarcófago que a finales de este año cubrirá el reactor 4 y comenzará a funcionar un año después para garantizar que no escape radiación durante al menos un siglo.
Pero el presidente ucraniano firmó además un decreto para la creación de una reserva de la biosfera dentro de la zona de exclusión.
La reserva, que se encontrará en dos distritos al noroeste de Kiev, tendrá un área de 227.000 hectáreas, y según Poroshenko supone “el primer paso importante para que vuelva a florecer el territorio contaminado por la radiación”.
La explosión, que fue causada por una cadena de errores durante un experimento en la central, contaminó vastas extensiones no solo de Ucrania, sino también de las vecinas Bielorrusia y Rusia. Unas 50 personas murieron en los primeros días y semanas -trabajadores, bomberos y “liquidadores” - por las altas dosis de radiación, mientras que las víctimas directas o indirectas en los años siguientes oscilan entre los 4.000 muertos reconocidos por la ONU y los 200.000 de Greenpeace.
A las 01:23 de la madrugada de hoy (18:23 del lunes en Paraguay), exactamente la hora en que tuvo lugar la explosión del reactor número 4, se celebraron ceremonias de recuerdo en una iglesia de Kiev y en otra en la ciudad de Slavutich.
Slavutich, situada a 50 kilómetros de la central pero fuera de la “zona de exclusión”, fue creada para acoger a algunos de los habitantes evacuados de las ciudades más afectadas, como Pripiat, así como a los trabajadores que siguen trabajando en el recinto atómico.