“La parte ucraniana ha completado el repliegue”, afirmó Leonid Matiujin, portavoz del cuartel general de la fuerzas gubernamentales emplazadas en la zona del conflicto.
A fines de septiembre pasado, las autoridades ucranianas y los separatistas prorrusos que actúan en la regiones de Donetsk y Lugank acordaron alejar su carros de combate y artillería ligera a al menos 15 kilómetros de la línea de separación de fuerzas.
La medida persigue crear una zona segura de 30 kilómetros de profundidad, donde las tropas ucranianas y las milicias prorrusas sólo podrán mantener transportes blindados y efectivos pertrechados con armas ligeras.
Con anterioridad, en virtud del plan de arreglo firmado en Minsk en febrero de este año, ya fueron alejadas de la primera línea del frente la artillería pesada y las lanzaderas de cohetes, a 50 y 70 kilómetros, respectivamente.
Pese a los avances en el proceso hacia la paz, el presidente de Ucrania, Petró Poroshenko, alertó este miércoles sobre “la constante tendencia al agravamiento” de las hostilidades. Según el jefe del Estado, las violaciones del régimen de alto el fuego “demuestran que los riesgos para la seguridad nacional, la soberanía, la integridad territorial e independencia de Ucrania siguen siendo extraordinariamente alto”.
Hoy mismo, el mando ucraniano denunció que en las últimas horas los separatistas atacaron en once ocasiones, con fuego de ametralladoras pesadas, lanzagranadas y morteros, las posiciones de las fuerzas gubernamentales.
Según los últimos datos de la ONU, más de 8.000 personas han muerto en los diecinueve meses que dura el conflicto en el este de Ucrania.