Trump pronunció en febrero de 2017 un discurso ante las dos cámaras del Congreso, pero tenía entonces tres semanas en el gobierno y por lo tanto no tuvo el carácter formal de los discursos anuales sobre el “estado de la Unión”.
“Será un discurso importante. Cubriremos el tema de inmigración. Por muchos años hemos hablado mucho sobre inmigración pero hemos hecho poco (...) También será un discurso importante sobre comercio”, dijo Trump el lunes en la Casa Blanca.
De acuerdo con la portavoz de la presidencia, Sarah Sanders, el discurso de Trump tendrá como tema principal la construcción de un país “seguro, fuerte y orgulloso (...), precisamente lo que el presidente ha hecho en su primer año de gobierno”.
Este martes, el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Paul Ryan, dijo a la prensa que es “un estímulo” poder “escuchar este discurso siendo que el estado del país es tan brillante. Los salarios suben y la confianza en la economía está de retorno”.
Pero el tema central y excluyente de la alocución será la propuesta lanzada por la Casa Blanca sobre una reforma migratoria, que debe ser negociada en el Congreso para destrabar el diálogo y permitir la aprobación del presupuesto federal.
El país carece actualmente de un presupuesto general para el año fiscal en curso y desde diciembre el Congreso ha autorizado solamente planes temporales de gastos, el último de los cuales vence inexorablemente el 8 de febrero.
Para votar y aprobar un presupuesto federal anual, la oposición del Partido Demócrata exige que se defina una solución para los 690.000 jóvenes inmigrantes que desde 2012 regularizaron su situación mediante el programa conocido por las siglas DACA. Ese contingente de inmigrantes quedó literalmente en un limbo jurídico en septiembre del año pasado cuando Trump anunció que su gobierno no renovaría el programa DACA.
El jueves, la Casa Blanca puso sus cartas sobre la mesa al presentar un pliego de propuestas que abre camino para que 1,8 millón de inmigrantes alcance la naturalización estadounidense.
Esa puerta abierta, sin embargo, viene con un precio elevado: el gobierno pide 25.000 millones de dólares para construir un muro en la frontera con México, refuerza drásticamente la vigilancia fronteriza, interrumpe la inmigración familiar, recorta el cupo de inmigrantes legales y suspende el sorteo de visas. Además, refuerza los mecanismos de “remoción inmediata” de inmigrantes en situación irregular.
Esta propuesta fue recibida en general con frialdad. Los movimientos sociales condenan la inevitable división de familias que tendrá lugar en el país como consecuencia de las medidas represivas propuestas. En tanto, los sectores más conservadores protestaron por ese 1,8 millón de inmigrantes que un día fueron ilegales pero que en el futuro podrán convertirse en estadounidenses.
La importancia crucial de esta negociación se torna evidente en la lista de invitados al discurso de Trump: de las 70 personas convidadas por los legisladores a estar presentes en el plenario, 23 son inmigrantes beneficiarios del programa DACA.
Además de insistir en la urgencia de resolver la cuestión migratoria, Trump deberá resaltar sus logros de 2017 –en especial la reforma del sistema tributario– y delinear los ejes fundamentales de su acción administrativa este año.
Se espera que formule un llamado al Congreso para definir un ambicioso plan de inversión de cerca de un billón de dólares para reconstruir la infraestructura del país en un período de una década.
También hará menciones a la política de comercio exterior, otro pilar fundamental en la gestión del presidente. Trump debe asimismo presentar los lineamientos de su política exterior, en la que se destacan asuntos de extrema sensibilidad como la escalada de tensión con Corea del Norte, el futuro de las relaciones con Irán y el paso dado por Washington de reconocer a Jerusalén como capital de Israel.
Este discurso constituye la puesta en práctica de una sección del artículo II de la Constitución estadounidense, que estipula que el presidente periódicamente “debe ofrecer información al Congreso sobre el estado de la Unión” .
El joven legislador Joseph Kennedy, sobrino nieto del expresidente John F. Kennedy, presentará la respuesta oficial del Partido Demócrata al discurso de Trump. En tanto, la peruano-estadounidense Elizabeth Guzmán, delegada demócrata en el estado de Virginia, tendrá a su cargo la respuesta partidaria en español, dirigida específicamente al electorado hispano.