El proceso para encontrar al sucesor de la búlgara Irina Bokova, iniciado el lunes, cristaliza las tensiones en el seno de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), una institución falta de reformas y consenso.
En la cuarta vuelta de votación el jueves, los 58 países miembros del Consejo Ejecutivo solo lograron designar a uno de los dos finalistas, el catarí Hamad bin Abdoulaziz Al Kawari, que recibió 22 votos.
Las candidatas francesa Audrey Azoulay y egipcia Moushira Khattab, que llegaron en segunda posición empatadas a 18 votos, se someterán a una nueva votación a las 12H00 GMT.
El candidato de Catar no goza de unanimidad entre los países árabes que este año rompieron sus relaciones diplomáticas con Doha, pese a que han reivindicado insistentemente el puesto para su región. Por otra parte, recientemente surgieron nuevas sospechas de antisemitismo en torno al candidato catarí, repetidas por el Centro Simon Wiesenthal de Europa y la Liga Antidifamación (ADL) de Estados Unidos.
Se le reprocha, en particular, su presunto silencio ante la presencia de libros antisemitas durante las ferias del libro organizadas cuando era ministro de Cultura.
En pleno proceso electoral en la UNESCO, Estados Unidos e Israel anunciaron el jueves su salida de la organización.
“Esta decisión no se tomó a la ligera y refleja la preocupación de Estados Unidos por los crecientes impagos a la UNESCO, la necesidad de una reforma fundamental en la organización y el continuo sesgo contra Israel”, afirmó el departamento de Estado. El mismo departamento señaló que Estados Unidos debe “unos 550 millones de dólares” de contribuciones atrasadas a la organización.
“¿Queremos pagar ese dinero” a una organización “anti-Israel?”, lanzó su portavoz Heather Nauert. Bokova rechazó esta acusación y dijo “lamentar profundamente” la decisión estadounidense.
“Está en juego la universalidad de la organización”, afirmó el viernes en declaraciones a la radio France Info, subrayando que “muchas instituciones culturales de Estados Unidos, ONG” también expresaron su “decepción”.
A estas reprobaciones se sumaron Francia, donde se encuentra la sede de la UNESCO, y el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, quien subrayó “el destacado papel de Estados Unidos en la UNESCO desde su fundación” en 1946. Moscú también lamentó “una triste noticia”.
Pocas horas después del anuncio estadounidense, Israel anunció su próxima salida de la institución, que calificó de “teatro del absurdo donde se deforma la historia en lugar de preservarla”.
“Entramos en una nueva era en las Naciones Unidas: la era en que, cuando se discrimine a Israel, habrá que asumir las consecuencias”, afirmó el embajador israelí ante la ONU, Danny Danon.
La crisis se incubaba desde hace años alimentada por las controvertidas posiciones de la UNESCO sobre Jerusalén y Hebrón, defendidas por los países árabes.
En 2011, la admisión de Palestina en la UNESCO acentuó la crisis, provocando la suspensión de contribuciones financieras de Israel y Estados Unidos que representan más del 20% de su presupuesto.
La decisión de declarar en julio el casco antiguo de Hebrón, en la Cisjordania ocupada, como “zona protegida” del patrimonio mundial palestino, había provocado la ira de Israel.
Los judíos reivindican 4.000 años de presencia en Hebrón y actualmente 800 de ellos viven bajo protección militar en esa ciudad, junto a 200.000 palestinos. Tras su retirada, que solo será efectiva a finales de 2018 conforme a los estatutos de la UNESCO, Washington quiere permanecer como observador.
Estados Unidos ya se retiró una vez en 1984, bajo la administración de Ronald Reagan, motivado entonces por una presunta mala gestión presupuestaria, y no regresó a la organización hasta 2002.