Dos meses después del rotundo fracaso de su segundo encuentro con el presidente estadounidense, Donald Trump, en Hanói, el líder norcoreano afirmó haber pasado esta vez un “muy buen momento” con Putin en Vladivostok, en el Extremo Oriente, asegurando querer reavivar los “vínculos históricos” entre Rusia y Corea del Norte.
“Estoy contento con el resultado: Kim Jong Un es alguien bastante abierto, dispuesto a hablar de todo”, afirmó Putin ante la prensa al final de la reunión, la primera a este nivel desde la de 2011 entre el expresidente Dmitri Medvedev y Kim Jonh Il.
Recibido por Putin con una poco habitual puntualidad y un largo apretón de manos, Kim pasó en total cinco horas en territorio ruso: dos horas de reunión cara a cara seguidas de conversaciones entre delegaciones y luego una cena durante la cual comieron borsch, ensalada de cangrejo y ravioles siberianos de carne de reno, y el dueño del Kremlin recibió una espada de regalo, según la agencia TASS.
A pesar de sus repetidas invitaciones a Kim, Rusia se mantuvo hasta ahora marginada de la espectacular distensión observada en la península de Corea desde principios de 2018. Pero dos meses después del fiasco de Hanói, el líder norcoreano busca apoyo en su pulseada con Washington y una cierto reequilibrio de sus relaciones entre China, su principal aliado, y Rusia, viejo aliado durante la Guerra Fría. Fue la ex Unión Soviética la que había colocado en el poder a su abuelo y fundador de la República Popular Democrática de Corea (RPDC), Kim Il Sung.
Tras la reunión en la isla de Russki, frente al puerto de Vladivostok, adonde el dirigente norcoreano había llegado el miércoles tras un viaje de unas diez horas en su tren blindado color verde oliva, Putin afirmó que era favorable como Estados Unidos a una “desnuclearización total” y juzgó “posible” una solución, bajo la condición de ofrecer a Corea del Norte “garantías sobre su seguridad y la preservación de su soberanía”.
“Necesitamos restaurar el poder del derecho internacional, volver al estado en el que el derecho internacional, y no la ley del más fuerte, determina la situación en el mundo”, señaló. Putin señaló que discutiría con Washington sobre lo hablado con Kim.
“Aquí no hay secretos, no hay conspiraciones. El propio presidente Kim nos pidió informar al lado estadounidense sobre nuestra posición” , precisó. Moscú defiende un diálogo con Pyongyang sobre la base de una hoja de ruta definida por China y Rusia, país que ya solicitó la retirada de las sanciones internacionales, en tanto que Estados Unidos la acusó de ayudar a Corea del Norte a sortearlas.
Después de años de aumento de la tensión debido a los programas nuclear y balístico de Pyongyang, Kim se reunió en cuatro ocasiones desde marzo de 2018 con el presidente chino, Xi Jinping, tres con el presidente surcoreano, Moon Jae-in, y dos con Trump.
En Hanói, Corea del Norte intentó conseguir una reducción de las sanciones internacionales aplicadas para obligarla a renunciar a sus armas atómicas. Pero las discusiones terminaron antes de lo previsto debido a los profundos desacuerdos con Washington, sobre todo por las concesiones que Pyongyang estaba dispuesta a hacer.
El régimen norcoreano lanzó la semana pasada un ataque de una violencia poco habitual contra Mike Pompeo, el secretario de Estado estadounidense, pidiendo que no participe más en las negociaciones sobre la cuestión nuclear. Pompeo, en una entrevista el miércoles con el canal CBS, se mostró prudente sobre la continuación del diálogo: “Va a ser agitado. Va a ser difícil”.
Las relaciones entre Pyongyang y Moscú se remontan a la época soviética. Pero si la URSS brindó un apoyo crucial a Kim Il Sung durante la Guerra Fría, las relaciones avanzaron de manera irregular, en particular porque el fundador de la RDPC era un maestro en el arte de jugar con la rivalidad sino-soviética para conseguir concesiones de ambos vecinos. Poco después de su primera elección como presidente de Rusia, Vladimir Putin intentó normalizar las relaciones y se reunió en tres ocasiones con Kim Jong Il, padre y antecesor del actual líder. El primer encuentro fue en Pyongyang en el 2000, lo que convirtió a Putin en el primer dirigente ruso que viajó a Corea del Norte.